Darling, tu nombre me gusta. A veces por accidente lo veo en el diccionario y no puedo evitar extrañarte. Pensar en tu sensual pereza con olor a sexo que nos rociaba por las mañanas, mis labios se llenan de nostalgia de tus hermosos y enormes senos, de sus enormes círculos negros que representaban para mí al mismo tiempo placer e infinito, una contradicción absoluta, un pensar que los sueños más estúpidos eran posibles y desearlos, lo absurdo era eso, desear que pasará algo eterno y placentero y estúpido y creer que todo eso era posible sólo porque lo soñabas tú, o mejor dicho, porque lo soñabas conmigo.
Fuiste mi último intento de relación monogama, en ese entonces aún sentía culpa por lo que mi pene y tal vez todo mi cuerpo consideraban algo natural. Debo admitir que la monogamia tiene sus cosas positivas, el placer que le da la prohibición a la infidelidad, por ejemplo. Aún así me gustaba poseerte, sentirte sólo mía, para ese entonces no comprendía aún que mi narcisismo me hacía ver como rivales a todos los hombres, por eso te fui despreciando paulatinamente, frecuentabas a tu ex-novio (y ese gusto al elegir novios, y tus pudores sexuales, eran tal vez tus únicos imperdonables defectos);y una vez (sé que lo recuerdas porque te mandé a la mierda y así comprendí una cierta tendencia o debilidad por los hombres que te maltrataban emocionalmente, lo cuál era un maldito vicio difícil de resistir para alguien con tantas frustraciones como yo) dijiste que mi pene era pequeño y hermoso como los de los cuadros de la edad media o las estatuas que veían en el pene pequeño belleza; y el enorme, semejanza con los animales, cuánta falta nos hace reconciliar el pensamiento y lo animal hoy en día.
No tienes idea cuánto añoro esa época, la primera, cuando te estaba conquistando, cuando me admirabas y seducías por admirarme. Cuando hablábamos horas sobre tu vida, tus sueños, tus frustraciones tontas, cuando te ponías de mal humor con todo el mundo menos conmigo. Cuando nos juntos jugábamos a que a base de amarnos podríamos entender el mundo.
Fui deliberadamente idiota a lo último, casi todo lo que hacías me llenaba de mal humor. En el fondo creo que nacimos para amarnos pero cuando intentamos crear el amor en vez de dejar que el amor nos hiciera y deshiciera a su gusto... creo que eres la única mujer de mi pasado con la que lo intentaría de nuevo ¿intentar? ¿intentar qué? No, no quiero intentar nada contigo, sólo quiero amarte nuevamente, anhelarte, sentirte imposible, sentirte mi diosa; y amarte, amarte tanto y cada vez más, hasta que la distancia entre el adiós y el ahora, se derrita hora por hora.
Darling, siempre he querido escribir algo para ti que termine en un "Vuelve, te necesito...".
No hay comentarios:
Publicar un comentario