Para Violeta y Natalia
OBSERVO un charco, mucho más hermoso, por supuesto, que cualquier imagen que pueda traer a la memoria esa palabra. El charco realmente era nieve, nieve luego de días de frío sol y neblinas lluviosas.
Debajo del charco helado, se encontraban, como respirando, las hojas de hierba, y al mismo tiempo que podía ver su inmóvil color verdoso sumergido, se reflejaban, en los espejos del charco, los árboles desnudos ante el precioso atardecer, del que era tan parte, que ni siquiera era testigo.
¿No es acaso así como tú y yo nos encontramos? Tan lejos y tan cerca, como dentro del otro pero sin poder tocarnos. Debe haber quienes piensan en ti cuando ven tu foto, o cuando escuchan un sonido casualmente idéntico a tu nombre. Pero yo pienso en ti cuando veo atardeceres, en ese cruel momento, en el que dejo de ser tan parte de todo, que empiezo a ser testigo, (¡Oh, testigos!), de está distancia, que sólo existe cuando la mido; cuando no me doy cuenta, de que la belleza no es, estar tan lejos y tan cerca, sino estar tanto,que no estamos, sólo somos. Sólo eso, así de simple, mi dulce pedacito de atardecer, que me calientas cada instante.
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