El olor a gas de esas bombonas
Que se encontraban junto a un pequeño jardín que ella cultivaba
Qué paz tan única la que me hacían sentir las plantas de mi abuela
Y su pequeño jardín tan verde como sus ojos.
Qué será de ese verde tan tranquilo
Ahora que el verde de sus ojos se ha cerrado para siempre.
Mi abuela duerme en la tranquilidad de la muerte
A pesar de que ella siempre se despertaba aterrada a mitad de la noche
Ante esos sueños que tenía
Con aquella paz
Aquella paz que se la quería llevar y se la llevó para siempre.
Recuerdo el sonido de campanas
Que me aterraba de sus bombonas de gas
Cuando hombres extraños venían a su jardín de paz
Y con una fuerza que yo no tenía
Las bombonas de metal ya sin olor ellos cambiaban.
¿Qué será de aquel, el jardín de mi abuela?
El que yo recorría en silencio como un gato,
Viendo caminar personas
Escondido detrás de la manzanilla o el cilantro
Aterrado de ser visto
Mientras del calor me refugiaba.
Aún escucho su gruesa voz y su estruendosa risa
Aunque a decir verdad
Sus ojos verdes en mi memoria
No hacen justicia a aquellos ojos verdes que me miraban.
Qué será de mi abuela,
Aquel inquieto y perturbado espíritu
Ahora condenado a la paz obligatoria
Y yo a la memoria que simula sentir que la siento viva.
Qué injusto es el recuerdo
Cuando es lo único que de lo amado se tiene
Sus rizos dorados ya no crecen sobre la tierra
Y su risa de gigante ya al silencio no lo espanta, no lo aterra.
Todo es tan callado
Cuando pienso en tu casa encantada
Sin el encanto de tu risa.
Tú me decías que yo iba a ser un escritor respetado como iba a ser mi abuelo si no se hubiese muerto.
Luego te ibas a un rincón con un tabaco que en vez de hacerte oler a él, tú lo terminabas haciendo oler a ti.
Y hablas con tus muertos,
Los mandabas a cuidarme
Te sabías de memoria oraciones que no podías explicarme
Y en las cartas que me leías mientras me veías con felicidad beber el café que te quedó tan mal
Me hablabas de una vida llena de éxitos y de mujeres enloquecidas por mí.
Voy a dejar que tus defectos se vayan
A la paz eterna contigo.
Yo sólo te escribí este poema
Porque antes de dormirme recordé aquel sonido
De las bombonas de gas cuando chocaban entre sí
Y que terminó sacudiendo
Todas las memorias de paz
Que yo te debo,
Esa felicidad que te debía.
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