jueves, 26 de enero de 2017

Diario de Raga, día dos.

Empecé a escribir a los 14 años, lo recuerdo muy mal, pero sé que no pudo haber sido en otra época, porque hice mis cálculos.

En ese entonces, yo no leía, en la infancia apenas había leído dos preciosos cuentos, uno era El soldadito de plomo, y el otro no lo recuerdo, pero estaban ambos en una copilación de cuentos que me parecía aburridísima pero aún así guardaba celosamente como un tesoro.

Creo que puede que me gustase leer, pero me daba vergüenza, sentía que todos iban a pensar que era nerd si se enteraban de ello, así que se podría decir que era un lector que no salía del armario.

Recuerdo que en ese tiempo, un amigo de mi padre al que nos obligaba a llamar tío porque le debía mucho dinero y trataba de adularlo, nos mostraba una cinta en donde grabó las expresiones de sus hijos al recibir sus regalos de navidad.

Recuerdo que nevaba, era en Canadá, y pensaba que la nieve debía ser la cosa más hermosa del mundo, la imaginaba como una lluvia de cremoso helado.

El hijo recibió un libro de regalo, y yo sentí pena por él, pobre, lo habían estafado. Y además, lo grabaron, le hicieron ver como un terrible nerd y ñoño frente a todos, de verdad sentí mucha pena por él.

Aún la siento, el libro era de Harry Potter. Nunca me gustó esa mierda.

Sí, empecé a escribir a los 14 años y todavía no leía, no salía del armario.

Empecé a escribir porque era muy tímido, y cuando tuve mi primera novia, las palabras me sudaban por las manos, pero no encontraba forma de hablarle, ni de mirarle a los ojos.

Es extraño, fue como si algo durmiese en mi interior, y despertara con ella; a pesar de no conocerla, de ser una total extraña para mí. Pero sentía algo, algo dramático que posiblemente hayan sentido todos los hombres y mujeres de los que he nacido. Y esta chica no podía entenderlo, yo tampoco, pero escribía cartas de amor eterno dedicadas a lo que me había hecho sentir tocarle su mano, y empaparsela de sudor, o de palabras, como prefieran ustedes.

Iba a contarles más cosas, pero me siento cansado, y ya hemos hablado demasiado para el tiempo que llevamos conociéndonos. Adiós.




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