La verdad es que usted me gusta, y que yo no le gusto es algo evidente ¿y qué espera que haga al respecto? Yo no puedo hacer nada, prefiero seguir de largo y ahorrarnos el incomodo pesar de exponerme a las humillaciones del cortejo no correspondido.
No, por favor, no me dé esperanzas, yo no creo en el futuro. Yo la deseo ahora, y mañana usted no será usted y yo no seré yo. Esto que ocurre lo siento ahora por lo tanto sólo ahora es posible y tiene sentido, y no, no es mañana ni más tarde, es ahora.
Hay quienes confunden la expresión del deseo con una promesa, y eso sólo sirve para general malos entendidos.
Usted qué espera, si se encuentra ante un hombre que puede llevar a su cuerpo y a su vida todo lo que siempre soñó en los poemas, pero no, usted está asustada, usted no sabe qué hacer, usted tiene miedo y ha sido lastimada y ha lastimado y todas esas cosas que son esas excusas que se repite a diario para convencerse de que no es cobarde, pero lo es, porque tiene que actuar ahora, pero no tiene la menor idea de afrontar algo que no sea prodecible, porque usted como tanto se ha propuesto a buscar lo seguro en esa falsa ilusión de seguridad que se llama comodidad, y sólo sirve para volvernos incapaces de responder ante el desafío de lo nunca antes visto.
Usted aspira a confiar en alguien con el tiempo, acumulando experiencias juntos. Eso es lo que usted ha hecho hasta ahora, y mire a dónde la ha llevado, a estar frente a alguien totalmente distinto a todo lo que ha vivido y aún así temer sin saber muy bien por qué.
Mejor siga de largo, haga lo que siempre ha hecho, y viva lo que siempre ha vivido, haga de su futuro una interminable prolongación de su presente, como todo el mundo, y no deje que lo nuevo y lo desconocido la toque nunca.
Yo por mi parte me quedo con esta ausencia de usted que vive presente conmigo, desde la primera vez que la vi, y me supe lleno de deseos por usted.
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