Me gusta cuando caminas entre libros, y piensas en mí, tal vez sintiendo con mi mano tu cintura, o tal vez sintiendo tu sonrisa al ver arder el verde sacudido con la brisa hasta llegar a mis ojos.
Aunque no me creas, a veces me siento solo, y empiezo a reírme imaginando que me dices que cómo puedo sentirme mal por los que pasan por mi vida y se van, si soy una de las cosas más bellas que le puede pasar a quienes van más allá, a quienes llegan al fondo de las hermosas cosas. No porque traten de analizarlas, sino porque su gran sensibilidad les hace comprenderlas.
He crecido mucho y aprendido mucho, pero aún me sigue erizando la piel el olor del pan y del café recién molido. Nunca he querido ser otra cosa, ¿para qué si al leerme quién puede decir que mi vida puede ser mejor? No porque tenga mucho, sabes perfectamente bien que soy obstinadamenre sobrio, porque siento que el silencio -y no desperdiciar palabras- es lo que le da sentido a lo que escribo. Pero, sabes que mi manera de sentir las cosas es tan honda que es imposible que exista algo mejor, porque cuando algo se siente con todos los sentidos, no puede ser mejorable.
El otro día vi a esta señorita, era pequeña y curiosa y seguramente es la primera persona que está leyendo esto, porque me adora y porque adora todo lo que hago, y se lo goza como nadie. Ella iba en un bus con una gigantezca flor que la hacía ver aún más pequeña y tierna, los enormes pétalos color atardecer, lejos de desvanecerla como si ese fuese el sol y ella un árbol, parecía integrarse a ella y hasta hubiese creído que nacieron juntas.
Tenía unas medias negras que la hacían ver deliciosamente fuera de lo común, me imagino que habrá quienes se reían o quienes lo asocien con algo de incitación sexual, pero tal vez soy el único en todo el mundo que la siente como realmente es y aprecia su belleza, y eso hace que me guste un poco más.
Por supuesto tenía un libro entre sus piernas pálidas que contrastaban con la noche de sus medias, y sus largas uñas golpeaban nerviosas la portada como si fuera Óscar Mazerath y su tambor de hojalata, y entonces pensé que tenías razón al reírte de mí, si a veces estoy solo, es porque las cosas que siento no son sentibles para todo el mundo, y eso es algo que olvido constantemente (lo especial que soy) hasta que tú me lo recuerdas.
Amanece y el sol se halla en una esquina de la ventana haciendo que las sombras de mis libros se dibujen como una obra de arte en la tela de la cortina. Es un hermoso día, quizá por las cosas que ya no existen y permiten que tenga respiración este poema.
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