¿Qué es la sociedad? Cuando decimos sociedad, ¿hablamos de un concepto abstracto, o realmente nos referimos a nuestra vida diaria, a lo que vivimos día a día? Si al hablar de sociedad nos referimos a una abstracción, todo lo que se diga carece de valor, es un simple juego de ideas que no tiene ningún sentido; es, por así decir, agregar más volúmenes a todo lo que se ha dicho a través de filósofos, líderes espirituales y políticos. Y que, está demás decir, no han servido para cambiar la sociedad en sus raíces, si acaso ajustarla levemente, pero en esencia, sigue siendo lo mismo.
¿Por qué el ser humano se plantea la idea de la sociedad? Pues para cambiarla, porque cuando observamos directamente lo que es la sociedad, con todos nuestros sentidos, y no a través de algún concepto o ideología, podemos notar que nuestra sociedad es el resultado de lo que somos: individuos violentos, agresivos, envidiosos, egoístas, competitivos.
Esto es bastante fácil de observar, y a lo largo de la historia se ha pensado que la forma de cambiar la sociedad es imaginarla diferente, y es entonces cuando la utopía toma lugar.
La utopía es la madre de la ideología, y la ideología nace del deseo de tratar de poner un orden al caos en el que vivimos. La ideología, sería entonces, el método por el cuál los seres humanos aspiran alcanzar sus utopías. En eso se fundamentan todas las religiones y sectas y organizaciones, todas son el mismo movimiento, lo único que determina su diferencia es el sitio en donde se originó, o el idioma, pero en su raíz, todas son lo mismo con diferentes nombres e imágenes que adorar.
Con la ideología nace la autoridad, y con la autoridad nace la irresponsabilidad. El origen de la palabra "autoridad" proviene de la palabra "autor", que significa: aquel que crea. Pero nosotros no la empleamos en la práctica de esa forma, para nosotros autoridad es repetir, imitar, obedecer, seguir; y partiendo desde el principio de que somos intelectos de segunda mano, de que siempre estamos esperando que sea otro el que nos guíe, sea un presidente, Cristo o Buda o cualquiera, da igual, siempre va a haber desorden en la sociedad, y caos y conflicto. Porque desde el comienzo nuestra sociedad se fundamenta en dejar la responsabilidad a otro. Pensamos que somos responsables porque vamos a la oficina a cumplir un horario, porque no abandono a mi esposa y mis hijos aunque no los soporte, porque estudio algo que odio pero mi terror a fracasar que se me ha sido inculcado desde niño me impide decir basta a las cosas que me encadenan.
Y en eso se basa mi vida, y la sociedad es el resultado de ello, de lo que soy. Y este hecho tan simple parece tan difícil de ver por la mayoría de los miembros que componen la sociedad. Cuando alguien plantea la posibilidad de un cambio, todos tienen excusas, algunos dicen que es el sistema, otro que es la corrupción del presidente, y, la más sutil excusa: ¿de qué sirve que yo cambie si no van a hacerlo los demás? Y es quizás esta ausencia de responsabilidad, de comprender que nosotros somos la sociedad, y que cambiar nosotros es cambiarla a ella, lo que hace que desde milenios sobre milenios, los seres humanos sigan siendo lo mismo, ligeramente modificados y con mucha más tecnología, pero en esencia, seguimos siendo egoístas, crueles, e interesados simplemente en obtener lo que queremos, y pasarle por encima a quien sea necesario, para alcanzar mis objetivos.
¿Qué es la sociedad? La sociedad somos nosotros, porque la hemos creado, y lo peor de todo, es que educamos a los niños a que se amolden a ella, a perpetuar este error que hemos convertido en un sistema que nos destruye, pero a la vez, nos da una falsa ilusión de seguridad, que nos hace temer cuestionarlo. Y es por esto que sólo cuestionamos el sistema cuando colapsa, para luego crear uno nuevo, y repetir el ciclo, porque cambiar de sistema sin cambiar al individuo, carece por completo sin sentido, es simplemente un juego tonto e infantil. Más de lo mismo.
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