Sus besos sabían a piña
Era una dulzura
Que devorándola
Me comía.
Nuestras pieles
Estaban desnudas
Ese calor
Ese placer
Se sudaba en poesía.
Diría volando su nombre
Pero ella no era mía.
Era como ese dolor
Esa incomodidad
Qué siempre está presente
En la vida.
Nada es perfecto
Mi padre decía
Uno tiene que decir si quiere pagar el precio
Y vaya que razón tenía
Porque hay una miseria que en sus ojos se borran
Hay una pureza
Cuando abre la boca y se arrodilla
Y yo aprieto mis dedos
Que se pierden
En el caos de sus cabellos.
Y entonces pecar se siente tan bello
La felicidad se siente tan nuestra
Hemos vencido el mundo
Y la evidencia gotea
Con deliciosa lentitud
Desde sus labios
Hasta el abismo sin fin de sus senos.
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