Querido Ángel,
nunca te conocí
pero te conoció un lucero
un lucero carnavalero
y de ti me contó;
de tu miedo
y de tu puño tierno.
Le ganaste al cáncer,
como mi abuela,
como Fernanda,
pero luego de eso
¿qué te pasó, pendejo?
Ah, si pudieras escuchar cómo llora el lucerito
parece el canto de una ballena
el milagro del mar
el azul del cielo.
Todos sentimos que pudo ser distinto,
pero ya no estás,
ya te has ido.
Y aquí quedamos todos,
-rotos-
llenos de preguntas,
llenos de preguntas sin respuestas
tratando de aferrarnos al humo con tu nombre
al que miserablemente
trata de traer la memoria
pero no
no te tocan los recuerdos
ya te has ido y para siempre
y dejaste el amor
el cariño
ardiendo de rabia
de miedo
de muerte
porque hay un hermoso lucero
que quiso ser amanecer contigo.
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