No dejo de pensar en la silueta de tu cuerpo en los oscuro, en tu vagina hermosa, en la forma en la que empiezas seca pero después me mojas.
Me eriza la piel recordar cómo estabas a punto de venirte, y me pedías permiso, y yo te lo negaba, te decía detente y tú rogabas para poder seguir.
Pero aquí se hace lo que yo diga.
Me encantó decirte que quería venirme, que tenías chance de venirte en 20 segundos o que sino te ibas a quedar sin acabar hoy. Y te viniste, lo hiciste por todas las veces que te lo prohibí, una tras otra mientras tus piernas temblaban y yo me deleitaba de tu vibra. Te jalaba el pelo, el cuello te mordía.
Pienso en cuando me preguntabas que si ya he estado con mujeres sumisas, cuando coqueteabas con la idea de dejar de serlo, por miedo a ser sólo una más del montón.
Pero yo siempre sé jalarte el pelo y apretar tu cintura en el momento exacto. Ignorar las preguntas en el momento exacto. Dominarte con precisión, amor y encanto.
Y tú sigues siendo mía otra noche, y ser tu dueño es la fuerza y la energía que renueva la vida.
Amaneció y me confundí, no supe el nombre del día. Porque es que a tu lado todos mis días se sienten libres, porque yo me siento tu dueño.
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