Hay dos tipos de creencia. Una es la que se nos es dada, la otra: aquella en la que uno cree por convicción, luego de dudar mucho tiempo de todo lo que se nos fue otorgado, de los conocimientos no descubiertos sino dados (o muchas veces impuestos).
Se me fueron dados conocimientos y prejuicios burgueses (muchas veces me cuesta hallar diferencias entre ambos), Latinoamerica es un continente extraño, uno puede tener prejuicios clasistas sin ser parte de una clase privilegiada.
Me fui de Venezuela por miedos, no por razones. Llegué a los Estados Unidos. Mis héroes habían sido siempre John.D Rockefeller y Andrew Carnagie. Los veía como ejemplos a mi camino a ser rico. Un camino no elegido, un camino que mi padre intentó imponerme llenando la biblioteca de libros de superación, que como pasó en la leyenda del Buda, no pudieron evitar mi destino literario.
Al llegar a este país, decidí estudiar su historia, debido a que el exilio está compuesto en su mayoría de soledad y nostalgia. Descubrí así que los héroes de América (porque para ellos somos su patio trasero) eran una horda de criminales. Que a Rockefeller no se le encontró un solo escrupulo en la autopsia y que ser latinoamericano sólo se entiende cuando uno ve su continente desde más allá de los rasgos físicos indígenas. Además, que los defectos de los gobiernos latinoamericanos no son sus diferencias con el gobierno Estadounidense, sino sus similitudes. Que nuestros gobiernos no son malos porque se les llame comunistas, ya que Stalin no fue un comunista, fue un Zar. En cambio, José Saramago, sí fue un comunista. Entonces, los que CNN se encarga de resaltar de nuestros países (sus verdades a medias) exponen algo que es cierto: nuestros gobierno dicen ser de izquierdas pero nos gobiernan como estados unidos gobierna la política internacional. Es decir, CNN se encarga de mostrarle al mundo lo que les pasará si no son sumisos ante el poder.
La primera vez que escuché la canción "Latinoamerica" de Calle13, me pareció otra tontería más de ese grupo de muchachos que se hacen ricos con la moda de que no ser comercial es la moda. Esta primera vez que pasé por la Calle 13 no sentí nada más que ese desprecio burgués: tan responsable de injusticias, porque bien sabemos que el oído que finge ser sordo es cómplice del puño de la injusticia que hace gritar al débil.
Luego de mi primer paso por la Calle 13, Diana Uribe y Hernando Chóvil, mis maestros, que me permitieron saber más de historia y cultura que cientos de egresados de universidades, sin invertir más que mi tiempo e interés, mediante el poder de la tecnología usada para crecer y no para matar. Una espada de doble filo, como todo lo relacionado con la ciencia.
Conocí los fantásticos imperios Mayas e Incas, la madre África y como compone toda nuestra sangre y música. También conocí a Peruanos que lo único que saben de la tradición Inca es que por su culpa ellos son feos (entiéndase feo todo lo que no sea caucásico, es decir, el concepto de belleza actual. Donde todas las razas pueden ser bellas siempre y cuando sus rasgos no sean diferentes a los de los blancos. Condenando a la fealdad y sentimiento de inferioridad a tantas personas que pueden ser hermosas si tan solo se dieran cuenta de que la belleza es más que la aceptación de un montón de gente llena de esa epidemia triste que es la soledad, el vacío y la estupidez. Que rigen las cabezas de todo ser superficial) y entonces, mis conocidos peruanos dicen: "Soy feo porque soy indio, pero por lo menos no soy negro". Y así vemos como tanta gente anda por ahí sintiéndose inferior, adorando a un Dios rubios de ojos azules, que es imposible que haya sido rubio y de ojos a azules. Y muy probablemente tampoco un Dios, pero ese es otro tema. El punto es que desde la esencia de nuestra religión (nuestros miedos), el odio esta engendrado, el odio a nosotros, a lo que no podemos cambiar. Un centroamericano no se verá como Brad Pitt por cortarse el cabello como él o teñirselo. Y da igual lo que el haga con su pelo, el gran detalle aquí es que el no cree que pueda ser hermoso. A él se la enseñado que nació condenado a ser menos.
En Venezuela siempre creí que los Chavistas eran flojos y brutos. Tiempo después descubrí que todos las sociedades son apáticas y patéticas, porque los humanos son apáticos y patéticos. Nos quejamos, criticamos y no hacemos nada para cambiar la realidad. El prejuicio es hijo de la ignorancia, un prejuicioso es un ignorante que acusa a todos por ignorar lo que el cree saber, aunque jamás se lo cuestione. Es más fácil decir que un Chavistas es flojo o ignorante, y que un opositor es un asesino fascista. Que salir a la calle a hacer democracia. Recordemos que la paz no es la ausencia de violencia, la paz es salir a luchar porque nuestro lado bueno venza al malo. Dejar morir de hambre, como diría Gandhi, al egoísmo, y salir a hacer la bondad: los valores no están en las personas, las personas los crean para derrotar su naturaleza, sus demonios. Es decir, mi pana, uno es lo que hace de sí mismo. Y los derechos humanos empiezan por dejar de ser un mal parido. El mundo lo cambian las personas pequeñas, no los congresos internacionales.
La segunda vez que pasé por la Calle 13, ya yo era un verdadero latinoamericano. Ya había pagado el precio para ser de mi contienente: Amarlo hasta que me duela. Y cuando pasé por esta calle, ya era otra. Habían negras e indias hermosas. Y mis ojos no se despegaron de una salvadoreña, que se maquillaba para ser bella, no para parecer un blanco, como mis amigos incas con complejo de Michel Jackson, sino para al maquillarse... resaltar... su belleza latinoamericana. En sus ojos escuché la canción Latinoamerica de Calle 13, y lloré. Ella no entendía porqué.
Ese día aprendí, que los hijos se generan con el cuerpo, pero con los sueños se engendran sus utopías. Y mi utopía, fueron esos ojos, esa canción, esa calle que pasé por segunda vez. Tan distinta a la primera.
¿O la calle no existió, y el camino era el caminante?
Escrito por Victor Hugo Raga.
Nota:
Por favor, no compartir, el texto es para ser leído por los amigos, carece de valor literario y sería una pena que alguien se emocionara pensando que leerá algo muy bueno y termine leyendo esto. Gracias.
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