No me dejes solo,
Al menos que tú quieras.
En ese caso vete,
Al menos que me quieras.
Sabrás que ni aunque quieras
Yo podre cambiar:
Seguiré mordiendo el vaso en donde tomo café.
Me seguiré sentando en el techo a pensar
Con esa cara de angustia que no me sé quitar.
Tú te seguirás preocupando por mí,
Cuando me baje del techo,
Camine entre los árboles
Y en ese hermoso pacto
Entre mi soledad y la belleza
Me ponga a llorar.
Sabes que lloro casi a diario
Nunca te dejo verme
Pero no lo puedo negar.
Desde que dejé de creer en Dios
En verdades, ergo falsedades;
Es decir: empecé a pensar,
Todo se ha complicado
Pero es más fácil soportar mis angustias
Que erradicarlas, que negarme a pensar.
No creo que el corazón,
Sobreviva si se le obligue a olvidar.
Yo seguiré haciéndome rollitos en el cabello,
Llorando, dando gracias, escribiendo,
Y disculpa si eso fue redundar.
Mi hermano vendrá a darme cariño,
Dios me dirá que él no es tan malo como parece,
Mi madre será como una canción de Cabral
Mi padrastro un hijo de Dios: como Satanás.
Me seguirá costando hablar con gente,
Que no quiera conversar sino cotorrear.
Me abstendré de renunciarme
Para que me acepten los grupos,
Y me refugiaré como hoy:
En literatura, pensamiento y soledad.
Amor mío, no me dejes solo.
Sabes que estés o te vayas,
Solo no dejaré de estar.
Sufriré y gozaré intensament,
Sean tus gozos u otros.
Pero desde que estás en mi vida...
Mis poemas no tienen Gran final
Porque tú haz dañado mi poesía
Con esa superstición
Que conmueve mi alegría
Y se llama felicidad.
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