Llegó a mi vida de sorpresa,
Como los ojos alegres,
Que leen palabras de tu escrito.
No decía mucho,
Sólo lo preciso.
Un alma de belleza,
Que rencarna y renace.
Sus ojos:
Herencia de dioses,
Tal vez de un buda.
Cuando estaba en cuatro,
Gemía como la trompeta de Armstrong.
De frente, como una tos
Molesta y mocosa.
Me enterraba en su sexo,
Como los pies ansiosos de agua,
Se entierran en la arena.
Primero arde, quema,
Luego era frío, indiferente,
Como un recuerdo maldito
En medio de un beso prohibido.
Al final,
Me quedé en la blanda arena mojada,
Las estelas de ternura se parecían mucho a mi humillación
Y a su indiferencia.
Me soportó en lo peor de mí,
Tal vez me amó sin conocerme.
No supe su nombre,
Sólo cómo se llamaba.
Tampoco quise conocer más:
Era feliz, no lo necesitaba.
Ahora se ha ido, tal vez vuelva mañana
¿Las olas mueren o regresan en otras olas?
Qué importa, tal vez no fue amor,
Sólo una mujer extraña.
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