El rebotar de tu pierna contra el piso
parece dominarlo, someterlo
¿o eres tú quien se somete?
El sudor incomprendido de tus manos
Descansa, musa, descansa
en mi espalda/ el secreto roto
de tus infinitos labios.
Dentro de mi sexo crecen verdes jardines de sangre
Dentro de mi pecho, opacas mariposas aletean
el olor del llegar de la primavera
-Ya no hay nieve en los pinos porque
te siento conmigo-.
De tu ropa despierta la desnudez que
me viste y arropa y acurruca
Desprendes tus senos del silencio
como ave
que descansa del Imenso
cielo para
Anidar en mis ramas (de mi paz, las alas).
Las ruedas de un macabro auto giran
y aplastan tus miedos y mis miedos
¡Qué delicia es la sangre!
¡Y la carne! ¡y la carne!
En tu abdomen nacen manantiales.
Aquí estoy deleitándome con todos tus poemas, tus pensamientos, tu alma abierta, tu corazón al viento. Gracias por tanto que ofreces.
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