La literatura no hace sino registrar los encuentros con la belleza. ― Yasunari Kawabata
viernes, 26 de junio de 2015
La musa filosófica
domingo, 21 de junio de 2015
Galeria de musas: Carta a la señorita Raga
Pero afortunadamente el dolor es egoísta, y ella lloraba por cosas que no recuerdo bien porque estaba demasiado ocupado aprovechando esas lágrimas para llorar con ella, pero pensando en ti. Mis lágrimas se abrían sobre las suyas que entibiaban mi cuerpo, y a través de esas puertas del sentimiento que se abren por los ojos, mi mente no hacía más que verte a ti, tan del otro lado. Yo no era más que Alx Rose y a veces Slash, y tú estabas allá en el público pensando que yo era lo máximo; y haciendo morirse de celos a algún bobo que me odiaba sólo porque tú jamás conseguirás amarlo como me quieres a mí; y ese tonto no logrará comprender, porque no soy yo, sólo anhela serlo -no porque quiere sino porque no puede- que es él el realmente afortunado, que tú estás tan amandome con toda el alma que no tienes, y yo estoy aquí con mi ropa interior blanca y ajustada mostrándole a ese montón de persona lo inmensamente enorme que no es mi pene. Haciendo tantas genialidades inútiles, inútiles porque yo no tengo ni siquiera quién me sostenga en sus brazos aunque sea pensando en otro. Y tú, tan en sus brazos y pensando en mí, me haces sentir tan miserable, tan que jamás podré tenerte. Cantaré todas las canciones sin ganas de cantar sino de estar contigo y de amarte, aunque sea sobre el escenario, aunque sea frente de miles de personas; sin ganas de cantar pero con ganas de que no se acabe el concierto, porque si se acaba tú te iras, señorita Raga, y dormirás con él, lo aburrirás a él, y yo seguiré aquí siendo tan genio como miserable, acostándome con quien me quiera pero no con quien quiero, porque sólo te
quiero a ti. Y ellos me aplauden incluso cuando les saco el dedo del medio o cuando los mando a
comerse un cerro de mierda; y aplauden mi voz, hasta tú lo haces, pero nadie, ni tú, pueden ni son
I know the storm was getting closer and all my friends said I was high capaces de ver que todo es una farsa, todo mi talento es una farsa para poder decirle al mundo But everything we've ever known's here I never wanted it to die que me desgarro por ti.
viernes, 19 de junio de 2015
Relato: Poesía en Madrid
Él: él había desembarcado con la sensación en el estomago de que pisaba la utopía, de que sentía firmemente sus sueños, por fin; después de aviones, frustraciones, anhelos y meses cargados de tanta intensidad que hacían arrodillar a los años. Esa sensación, la del desembarco y los pasos, le producían un horrible nerviosismo en el estomago: la certeza de que si el sueño es posible, lo más probable es que sea una decepción antes que un sueño; o una pesadilla, si tiene suerte, y así no pierde el viaje (por lo menos gritos, horror y el inconfesable placer del desengaño); pero es sabido que las utopías duelen cuando duran poco y es por eso que lo mejor es que duren más que la vida, ya que si no, ni te cuento: tremenda maldición la de añorar lo que nunca jamás sucedió; entrar en su cintura, la de ella; mirar sus ojos, los de ella; besar sus labios, y besar de la misma forma, todo lo que ella es, y hasta mucho más que eso, lamentablemente. Todos estos hechos que el ignoraba en ese entonces, con la ignorancia deliberada que se le aplica a lo que es obvio que será; la ignorancia deliberada que es una farza pero que sin ella a dónde; pero, con ella, la ignorancia, estamos aquí: en su casa, la de ella, la utopía.
De más está decir cómo se realizaron sus fantasías, las de él; con una tangible alegría que compensaba la debilidad que no consideran los que sueñan, cuando sueñan. Ya le pertenecía a sus dedos, los de él, su precioso trasero, el de ella; que él, había imaginado tantas noches: noches en donde se imaginaba que era de mañana y lo veía, al trasero, bajarse de la cama, rebotar un poco y sentir con los ojos, en su nariz, la inconfundible sensación de que nadie tocaba como él miraba, esa textura de felpa, que seguramente se veía muchísimo mejor de lo que olía; y eso es la imaginación, una supresión de los sentidos, una estafa de la memoria, y qué alivio.
Vamos a relatar de una vez el desenlace de la historia; para los que no son amantes de los procedimientos; para los que van a las metas y a los hechos y a la muerte sin detenerse a mirar; sin buscarle sentido a las cosas, aquí terminará el relato para los felices, y lo seguiremos los valientes, más adelante:
Se encontraba en la cama con Martha Carpe, sintiendo que a veces es necesario que algunos sueños se vuelvan pesadillas para que otros, realmente sueños, sueños de puro inconsciente, sueños libres de intereses: anhelo puro; puedan realizarse. Sentía en ese estado de lucidez del cual, para su desgracia, se le era imposible prescindir, el cuál arrastraba, él, como a una parte de sí; o quizá peor, como a un familiar enfermo; o quizá peor, como a una visita que se queda en casa. Ese estado que, por más que poemas y orgasmo siempre está, tan divertido como cruel. Menos divertido en el presente que en la memoria, como si estuviese más vivo que el tiempo; o, vivo por encima del tiempo, y pidiese disculpas por tantas ilusiones que pudiesen ser un fracaso natural y no un fracaso ya sabido: la maldita clarividencia de los genios, que la sufren, cuando además de genios son buenas personas, caso remotamente frecuente y que quizá sólo exista en la disculpa recién mencionada, que divierte a esta altura del relato, como muestra tangible de su inexistencia.
Esa lucidez le interrumpía para decirle que Martha Carpe era igual de puta que ella, la del comienzo del relato, sólo que por lo menos a esta, a Martha, no la conocía lo suficientemente bien; por eso podía tolerarla, aceptarla, quererla como es -y también como no es, que es muchísimo mejor-. Pero esa lucidez, se metía en su ser, ensombreciendo todo lo ocurrido: la forma en la que empezaron las caricias a morderse los dolores; con ella, la del comienzo, en la otra habitación, tal vez sola, indiferente; tal vez con otro hombre, indiferente; tal vez fuera de casa: indiferente a pesar de cualquier circunstancia en la que estuviese. Pero esto él lo pensaba ahora, en la lucidez, pero antes no: sus manos se volvían cuerdas de guitarras arrebatadas, enamoradas, locas; salidas del mástil para perderse en los dedos de ella, Martha Carpe, y devolverle toda su música, ahogarle de gemidos la voz. Y lo demás es poesía sucia que tal vez Martha al leer esto, quiera realizar conmigo, el que relata. Pero antes habían pasado cosas: él había encontrado a Martha por casualidad, y por razones que no se preguntó, terminaron juntos. Él, a veces evita preguntarse cosas, en especial cuando realmente quiere que ocurran.
Como dije, pasaron cosas antes, no está de más decir que había salido frustrado y humillado de su estudio, el de él; fue a discotecas a desquitarse, de ella, la de la utopía; pero fue inútil, se descubría a sí mismo lleno de tedio, de nada valía la venganza, no porque vengarse lo hiciese parecerse a su enemigo, sino todo lo contrario: en la ejecución de la venganza, la molesta lucidez, le dejaba ver que era todo lo opuesto a su rival. Se acercaba a chicas, igual de putas que ella, la de la utopía, y tal vez igual que Martha; eran todas únicas, una intelectual, otra música, y esta, la que está sentada esperando, sin saberlo, a que ese bobo detrás de ella, le llena la vida de poesía, y se la arruine -esta es boba hasta que demuestre lo contrario; aunque probablemente la poesía y los apetitos sexuales, se encarguen de ocultarlo-: todas putas, hermosamente putas, deliciosamente putas, intelectualmente putas; pero eso no era lo que él quería, ni tampoco una santa, sino otra cosa. Ya sus búsquedas incesantes de libertad le habían permitido saber que la permisividad y la libertad no eran lo mismo, que el miedo al dolor traducido en desapego no era ser valiente; y él quería algo, no algo que tuviese sentido, sino que fuese absoluto, que pudiese verse en otros ojos sintiéndose único, como le ocurría con ella, Martha, y le ocurrió antes, muchas veces, con ella, la de la utopía, y le ocurriría -de no ser extremadamente imbécil, ella (o él, da lo mismo)- si tocaba su hombro. Pero no lo tocó, se sentó solo, y quizá su aire de imbécil, es decir, de intelectual, permitió que se le acercará una sombra que rechazó sin saber bien qué era: él se iría con la nada firme convicción de que era una mujer y guapa, por lo menos para dosificar la noche, las estrellas, el canto de las ranas de donde vivió antes de dejarlo todo para sentirse ridículo y de ninguna parte; la luna y su indiferencia, ante él, que moría de poesía.
Hemos dicho que quería sentirse único, y que se sentía único con todas, entonces ¿Qué pasaba? Quizá debamos decirles que antes, entre lo contado al principio y hasta el párrafo anterior, vivieron juntos en una casa, ya no de ella sino de ninguno; y eran felices, se sentían únicos, pero la libertad muchas veces es enemiga de la sensación de sentirse especial, al igual que la justicia. Por lo tanto cuando ella ejercia su derecho de libertad, y traía a casa a sus amantes, se quebraba, él. Ella lo hacía con naturalidad, o ingenuidad, no por derecho o igualdad; sino porque le daba igual hacerlo, al igual que le daba igual que lo hiciera, él. Podríamos decir que ella era muy segura de sí misma y por eso no sentía celos o envidia, pero no era así; también, que ella era demasiado insegura y por eso no era capaz de sentirse especial y no podía darle, a él, esa sensación que anhelaba; lo cierto es que son hipótesis, obsesiones inútiles de buscar un significado que alivie el dolor del imbécil que creyó que era un buen camino ese de pensar la vida. El punto es que ella; era ella, era su ser, y nada podríamos hacer para cambiarla, ni un relato, si quiera. Y un poema, ni te cuento.
Para los amantes de las certezas, y de los relatos que desean contar algo que el lector no necesita saber, podemos decirle que las frustraciones, las de él, no cesaron, hasta el punto de que amó de todas las formas imposibles -porque de las posibles se puede amar cualquiera-, a Martha Carpe; anhelando, de ella, la de la utopía, aunque sea el odio: ese consuelo de los que buscan amor y reciben algo humillantemente insípido, algo que no buscan; algo respetuoso y que es chevere tener, pero sólo con quienes no te importan nada en absoluto.
Su táctica empezó dándole poesía, escribiendo para ella, Martha Carpe, poemas lo suficientemente malos para que ella, Martha, los mejorara y sintiera que hacían un equipo. No pensaba cometer el mismo error, él, de permitir que lo quisieran sin necesitarlo. Recorrieron giras fascinantes en donde ella, Martha Carpe, cantaba, y él, la presentaba, procurando ser lo suficientemente poco genial para no opacarla; pero no tanto como para no divertirse. Pero ella, la de la utopía, seguía su vida, y le dolía, a él, haberle dado todo y no haberle roto nada, ni un poquito, el corazón.
Sabemos de fuentes imaginariamente fiables, que él, le dijo, que lo sentía pero, que debía irse de la casa compartida. Porque él, se iba a vivir con Martha, a notesédecirdóndeperolejos, y que ella, la de la utopía, debería regresar con sus padres, golpe bajo y sucio: era un familia de mierda -Como ven, los poetas son unos hijos de la gran puta, que algunos llaman poesía-. Ustedes, amantes de la justicia y los relatos con un desenlace dulce y farsante, se preguntarán: por qué, ella, la de la utopía, no le dijo a uno de sus amantes, tantos, hombres como mujeres, que viviesen con ella. Pero resulta que, sólo los poetas hijos de la gran puta llamada poesía, son capaces de darlo todo, por poco; de dar hasta lo que no tienen, por nada -esa nada misteriosa que se parece a una hoja en blanco: terrorífica y fascinante, como una mujer que no conoces, como todo eso que hay afuera y empieza donde termina Dios: en todas partes.-; Y ella, la de la utopía, sabía que vivir sin un poeta era mucho más sano y agradable, y por eso, muchísimo menos interesante. Entonces, se fue, nadie supo a dónde o con quién.
Entonces, a las dos semanas, se metió a vivir con Martha Carpe en esa casa, luego de desahuciar, a ella, la de la utopía; no porque tuviese fe o esperanza de que la desgracia, por musical, fuese diferente; o porque desease heredar la tradición española de dejar sin casa a las personas, sino, por la moraleja del cuento: los poetas son malparidos, egoístas y miserables. Los poetas son dolor y dolorosos.
1) La sombra rechazada en la discoteca, era ella, la de la utopía.
2) Las discotecas eran mitad bar, mitad burdel barato: hay mitades más grandes que otras.
3) Martha, si te gustó la idea.
4) Otras formas de lectura: después del segundo párrafo, salte al último y suba como escalera. Si es de los que les gusta la historia lineal, o de los que ama el ejercicio y esas cosas.
5) Este texto es un ejercicio literario, soñé con Juan Carlos Onetti y me dio este cuento, su condición, que fuese de exclusivo uso para compartir con los amigos.
lunes, 15 de junio de 2015
Premonición.
Mi mano abrazaba la cintura de la China,
Mientras esta me sostenía el libro
Que muy cerca de los labios de Complejos yo leía;
Tan cerquita de ellos, tan cerquita,
Que mi sonrisa llena de poesía en su boca se perdía.
Debió notarlo, la China, debió notarlo,
Porque cerró el libro, y desnudos, comenzamos a mojarnos.
Mojarse desnudo es la única forma de meterse en ciertos ríos.
Nos metimos los tres en esa música,
silenciosa y única de la poesía.
Nos metimos, si quieres, dentro del libro:
Desnudos nos metimos.
Para poder dejar salir la poesía.
Nos amamos los tres, como se aman,
Las inexplicables cosas de la vida.
Nos metimos, sí, y sin mentirnos,
Dentro del libro, sacando así los poemas:
Hay poemas que se leen con los libros cerrados.
Pero desperté, oh, amores míos, desperté.
Y no hay rayo de sol o jefa huraña que me convenza
De que una parte de mí no se quedó en el sueño,
Olvidado, como se dejan lentamente
Abandonadas
Las razones para ser feliz,
Cuando la felicidad, sin razón, llega.
Marina Marco
Otras me habían dado placeres similares,
El placer de la entrega del deseo de su amo.
Pero tú eras diferente, Marina Marco.
Tu placer era el de sentir,
La más honda perversión,
Corromper la creencia,
De que la mujer es sólo parir.
Qué delicia, qué placer,
Empapar de mí, tu ano.
Y sabes que uno es puro
Cuando cree en algo puro.
Tu dedo, salvaje y reluciente,
Entraba en mi ano, y tu boca
Hambrienta de mi cáliz, de mi leche.
Devoras mi sexo como quien se bebe a un Dios.
Oh, querida, quien lea este poema
Debe empezar a tocar su entrepierna en este momento.
¿Recuerdas aquel trío?
Tú, ella y yo.
Mi semen, su ano, tu boca.
Y trataba sobre mi pene.
Contigo se ha consagrado como arte,
La poesía sucia.
viernes, 12 de junio de 2015
Paxariño Azul (traducido por Maria BC @venhosendominha)
Paxariño azul, vinte voar esta mañá.
Como te vin onte, antonte incluso.
Creí que te vía voar antes de verte por primeira vez.
Paxariño azul, vinte voar esta mañá.
Ou soñeite? Paxariño, sempre que voas é fermoso
porque sempre que voas é para irte.
Paxariño azul, encántasme porque tes tres azuis.
Un forte, un triste e un misterioso.
Paxariño azul, quería sacarche unha foto;
pero, ho, meu paxariño azul,
non hai nada que capture,
nin sequera a miña melancólica memoria,
ese lume azul que coas túas cores se confunde!
Paxariño azul, eu quixen capturarte.
Sentir a suave plumaxe do teu peito,
que me olles coa túa cara preciosa de xenio malhumorado.
Paxariño azul, fixen incluso unha trampa,
torpe como as miñas torpes mans,
paxariño azul, por favor non leas este parágrafo.
É un parágrafo imperfecto,
que só pretende,
paxariño,
capturarte; pero paxariño,
dime, se non é na túa fuxida,
onde está o lume da túa arte?
Paxariño azul, vinte esta mañá.
Vinte ou soñeite?
Paxariño azul, eu nin sei como é o teu canto.
Ás veces camiño, con pasos azuis e tristes,
perdido na túa lembranza.
E paseniño, paxariño,
paseniño...
Coloco abertos os meus cinco poetas nunha árbore.
Oh, paxariño, non hai ninguén que me fale do teu canto!
Traducido a la dulce lengua gallega por la poeta Maria BC ( @venhosendominha )
L'italiana e il cane di peluche. traducido por @MarinaGrizzaffi
domingo, 7 de junio de 2015
Felicidad globalizada.
Esto no me gusta, me siento intruso. Los pasos me aterran: el sonido del talón sudado despegándose de la suela me parece el sonido de la muerte que se acerca.
¿Qué es la muerte? Salir.
¿Por qué? Porque afuera
Sólo hay obligación.
Me siento en paz; triste, solo y en paz. Con una confianza feliz que se esfuma al llegar los Otros.
La infelicidad son los Otros, los que vienen.
Llegan: tarde o temprano llegan.
¡Maldita sea!
(...) Y me arrancan: me recuerdan que soy infeliz, incapaz, impotente. Recordar es morir.
Llegan, y sólo proponen lo que no quiero porque si vinieran con lo que quiero ¿Para qué venir?
Si tuvieran algo que quiero, buscarían la manera de dejarme saber que lo tienen y yo no, aunque yo no tenga idea de qué coño es.
Luego me pedirían a cambio de poder acercarme, pero sin tocarlo, todo lo que tengo.
Sin permitirme si quiera la oportunidad de saber qué es lo que quiero.
¿Por qué?
Porque no quieren darme lo que quiero, sino controlarme.
A veces miedo sí miedo a veces miedo muchas veces miedo siento que me aman miedo y me dan muchas cosas que no quiero pero me hacen muy feliz muerte Pero me siento mal infeliz porque no quiero darles nada infeliz porque los odio infeliz aunque me hagan feliz triste Porque aunque intento no saberlo siempre lo sé malditasea Ellos me trajeron a un mundo donde no tengo más opción que ser libre o esclavo ayúdame Y me asusta sálvame porque yo quiero otra cosa mátame
miércoles, 3 de junio de 2015
Musalizando.
Al mirarla, se abre, y puedo sentir a través de ella
Cómo tu felpuda barbilla reposa
Brillante de placer en mi hombro.
Tu respirar es profundo,
Se estira y se quema a sí mismo
Cuando tu pecho de niña se infla.
Como niebla me invade, más allá del cuerpo, un aliento de tu boca y de paisajes sólo conocidos en sueños; nutridos de memoria y de hambre del futuro.
Recorro sin tocarlos,
los relieves de la camisa que llevas puesta.
Una camisa que no he comprado
Y jamás ha estado en mi guardarropa,
Pero que es tan mía como tú.
Y de haberla tenido en mis manos,
A ella o a ti,
Eso importaría poco, muy poco.
Mío no es lo que tengo sino lo que siento mío con un ardiente sentir del que los propietarios de todo jamás sienten por nada.
Eres mía, tú y la camisa lo son, quizá por un derecho de envidia poética.
En el abismo de tu hombro,
se desplaza,
como la sed satisfecha,
Por la garganta,
Una luz rodeada de sombras que la protegen.
Aunque no sé, ni me importa saber,
Cuál es tu nombre, de él está llena mi voz.
¿Qué no es, acaso, el misterio, el mejor lugar para conocer ese lado desconocido, que las cómodas certezas, nos ocultan?
Siento,
Que eres algo nuevo, y,
Al mismo tiempo,
Que has sido mía desde siempre,
Y que siempre lo serás.
Siento, que eres nueva;
Es decir, que en ti,
Se me llenan los instantes de tiempo.
Siento, que eres nueva,
Y que, al mismo tiempo,
La novedad absorbe al pasado,
Al futuro, y a sí misma.
Siento, musa mía,
El ardor que rompe,
El ardor de la poesía.
Tu cabello desprende tu rostro,
Entre sombras,
De la imagen.
Te veo y te no te veo,
De perfil;
Te veo de la única forma que se puede ver lo que amas: incompleta, cerrando los ojos, para llenarte las sombras con mis anhelos y ausencias.
Y al final de tu camisa,
Después del sepulcro de tela,
Que asesina, aun vivas, tus caderas:
Nace la poesía sucia,
Ese rincón árido al cual humedecen mis deseos,
Que hacen brillar en la oscuridad,
Al cerrar lo ojos, mis placeres.
Este dulce sabor de hacer amena la amargura de no poder alcanzarte.
El agitado y mudo respirar
Al borde de tu curva vertiginosa y deliciosa;
El no aburrirme nunca de este deseo,
Porque jamás será satisfecho.
El profundo apetito por sodomizarte.
Y, a partir de aquí,
Deliberadamente destruir todas las sublimes
Insinuaciones que te escribí antes.
Porque la poesía sucia es ternura y destrucción, es el caos, la convivencia de mis demonios; es lo único que quiero, el único universo donde habito sin hábitos, donde me eres posible.
Y es así, y se acabó.
Fotografía tomada por Laura "Lalu" García (@Hija_del_odio )
La modelo: alguna vez debió ser alguien, pero ahora es un poema de Raga; y, como suele pasar con quienes hago poesía, se jodió para siempre: pasará a la historia recordada por lo que nunca fue, el gran amor de un poeta menor.
martes, 2 de junio de 2015
Give Me A Kiss To Build Dream On
Un beso que sea como apretar bien fuerte tu culo.
Un beso que se vaya contigo y camine como si fuese yo,
Dulcemente sujetado de tu mano:
Un beso para que sepan todos, que eres mía,
Hasta cuando no me tienes a tu lado.
Yo sé que menos enfermizo sería:
Abrir mi mente, besar a los otros junto a ti.
Compartirte en la utopía de una orgía.
Sería lo razonable,
Pero yo quiero que me beses.
Y me hagas soñar aunque sea por un segundo:
Que soy el dueño del mundo, si tú eres mía.
Amar es poseer.
lunes, 1 de junio de 2015
Esta noche eres realmente imaginaria.
Realmente, no quiero decir nada, no te esfuerces en buscarle
Ese misterioso sentido que puede tener el modo en el que tu nombre digo.
No, amor, no, esto no tiene sentido alguno, solamente me gusta decirlo.
Es tan lindo, saber que aunque no estés y no me ames, puedo decir tu nombre.
Voy a escribirte los versos más bonitos esta noche.
Yo sí voy a escribirte los versos más tristes esta noche.
Si hay algo que podría empeorar este dolor de ti,
Sería sentirlo con falsa modestia.
Como un poeta malo que se cree bueno porque
Lo llaman bueno quienes de Neruda no saben
Más que algo de primavera y versos tristes esta noche.
Yo sí haré los versos más bonitos esta noche.
Esta noche no seré mediocre, esta noche, mi amor,
Por esta noche, no empezaré cada verso con ese ridículo:
No soy esto, no soy lo otro, no siento esto o aquello.
Esta noche y en estos versos no caben los clichés
De ayer ni los de hoy.
Esta noche, mi vida, esta noche,
Soy capaz de creerme capaz de todo.
Hasta de escribir un poema que sea todo,
Si decir realmente nada,
Además de que me dueles.
Y todo eso, mi amor, todo eso,
Porque esta noche de ti, no tengo nada.