¿A quién le interesa más la historia?
¿a los amantes del recuerdo?
¿a quienes les aterra el olvido?
¿esa muerte que jamás termina de llegar
porque ocurre en cada instante?
Siempre quise ser cursi
y sólo conseguí ser reprimido.
Me escondo, me refugio detrás de las más fascinantes máscaras intelectuales.
Pero ahora soy un niño,
porque ahora estoy contigo.
Oh, contigo, mi amor, contigo.
Con ese girasol de máscaras decrépitas.
Con esa exhausta muerte que no termina de nacer.
Te doy todo de mí, y la belleza de mi poema es indescifrable.
Alguna mujer se tatuara mis versos
y tú dirás que es hermoso sin siquiera esforzarte por comprenderlos.
Porque así eres, tonta, bruta, amando como un ser recién despierto estrellándose ante todas las cosas.
¿A dónde meteré este temor que se desvanece al mirar las copas de los árboles?
¿Cuándo dejaré de cuestionarte y cuestionarme?
Y ceder al delirio de tus brazos
a la belleza de tus sueños.
A amarte como las bestia que eres.
A acariciar la brutalidad de tus palabras.
A comprender de una vez por todas que eres mía.
Y que jamás admitiré...
la última muerte
aquella que ocurre
cuando tengo que vivir sin ti
pero no puedo
pero no quiero.
Qué patético poema
¿hablo de ti, de mí o de mi madre?
mejor es reírme:
me da diarrea ser cursi
cuando no eres la única que me está viendo.
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