lunes, 25 de diciembre de 2017

Princesa encantada

Llegaste,
caíste sobre la noche
transformándola, dándole un nuevo sentido.

Veía todo a mi alrededor,
la gente,
la hipocresía,
pensaba en mis libros,
en esa frase de Byron
《Salgo sólo para renovar mis deseos de estar en casa.》

Todo tan articial, tan forzado, tan ya me quiero ir.

Y cuando estaba por inventar una excusa para largarme, te vi llegar.

Y las mesas ya no eran absurdas,
la gente ya no era objeto de mis impaciencias,
la vida ya no era interrumpida, sino que era un camino que me llevaba hasta ti.

Te vi, y lo supe, supe la certeza.

Estabas ahí para mí. Una mujer como tú, nació para un hombre como yo, con el poder de hacer inmortal tu belleza al filo de mi sensibilidad y mi literatura.

Al final de la noche te lleve a casa, te hice mía, como nunca nadie antes.

Tranquila, cariño, no eres fácil, fue mi culpa. Te entregaste desde el primer instante, porque yo no hice otra cosa desde que te conocí, que demostrarte que para mí habías nacido.

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