Me gustan tus ojos, ¿alguna vez te han escrito un poema sobre ellos?
Me gustas cuando me escuchas, y te ves tan fascinada.
Me gustas, me encanta ver el anhelo de tus ojos.
Me gusta hablarte de lo que me gusta, pero ahora me gusta aún más este silencio lleno de palabras que nos tiemblan como hojas en la brisa.
Miro tu piel suave, tu juventud, me pregunto si tendrás historia, o si acabas de nacer ahora que te miro.
Te ves tan insegura y afortunada de estar conmigo, miro tus labios, sonrío, y palideces como si murieras un poco, como si murieras de dicha.
Mi respiración se agita,
digo tu nombre, me acuesto sobre ti, me acaricias con tus sumisos brazos, te perpetuo en el deseo con mis fuertes músculos.
Y tú gimes, y yo estallo, y sucumbes ante el encanto, se ser conquistada y seducida como nunca antes.
Tienes el privilegio de estar dentro de una novela como las que alguna vez leíste y amaste.
Y mi sexo gotea dentro de ti una incesante fuente de literatura.
Y tus ojos arden sobre mí un inextingible fuego de poesía.
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