No puedo ver un barco sin pensar en Conrad
No puedo escuchar Jazz sin pensar en Cortázar
y no puedo acostarme a dormir
sin pensar en ti.
No puedo fumar un cigarrillo sin pensar en Rulfo,
no puedo rechazar una fiesta para ponerme a leer sin pensar en Borges,
y no puedo sentir frío,
sin pensar en ti.
No puedo enamorarme sin recitar a Benedetti,
No puedo escribir sin pensar en Neruda,
No puedo reír sin pensar en Nicanor Parra
Y no puedo ser feliz
sin ti.
Pareces una novela de Gabriel García Márquez, eres perfecta, no te sobra ni te falta una sola palabra.
Y no puedo ver la lluvia,
sin pensar en Macondo y en las manos de mi padre, que ahora tiemblan y es de Parkinson, no de frío.
Y yo tiemblo de lluvia y de tristeza
porque no estás aquí.
No puedo recordar mis años de confinamiento sin pensar en Dostoyeski,
No puedo fantasear con escribir una novela sin pensar en Tolstoi
y se me es imposible recordar mi niñez sin querer escribirla como lo haría Dickens
pero lo más duro de todo
es que no puedo ponerme a leer
sin pensar en ti.
No puedo beber un trago sin pensar en Hemingway
no puedo contar un sueño sin pensar en Faulkner
y tampoco puedo pensar en el matrimonio sin pensar en Goethe
y tampoco creo que podría pasar el resto de mi vida con alguien
si estar con alguien es estar sin ti.
No puedo llorar sin pensar en Mercedes Sosa, en mi madre y en ti
No me puedo cansar de vivir sin pensar en Violeta Parra, en mi madre y en ti
y no puedo alcanzar las musas sin pensar en Pizarnik y en ti
pero lo más duro de todo
es escribir
y que no sea para ti.
No puedo ver la nieve sin pensar en la montaña mágica de Thomas Mann
No puedo salir a caminar en el bosque sin pensar en Silvio
y pensar en Silvio es pensar en ti
y escribir poemas es escribir para ti
y morir es morir de poesía
y ahora escribo este poema, mi niña,
porque muero sin ti.
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