¿Por qué tanta obsesión con las estrellas?
-Porque ellas me recuerdan que soy el tipo más rico del planeta.
Tengo un cielo lleno de estrellas.
Memoria para no olvidar cada noche que están ahí.
Y coraje para salir de la cómoda cama a la fría oscuridad de la noche.
Mira a tu alrededor, todo es oscuro y a lo lejos parece moverse algo amenazándote. ¿es el algo o la nada? Reza porque sea algo, porque la nada, da más miedo.
Pero no, debió ser mi ceguera nocturna. Afortunadamente mis ojos enfermos no han sido vedados para ver las estrellas, aunque si a los fantasmas.
Todo alrededor es humo, ellos tienen razón: soy un espíritu perturbado. Pero mira eso, mira bien ese cielo estrellado ¿qué, si no mi perturbación, ha sido la fuerza que me ha traído aquí? Además, estoy aquí solo, porque los otros, que no han sido perturbados, no se mueven ni conmigo ni con nadie. Oh, tanto dolor ha válido esta sonrisa que en mi rostro se dibuja, apenas de medio lado como una sonrisa irónica, pero no se siente como una ironía, es, una satisfacción profunda. En esta sonrisa soy capaz de sentir que todo el sufrimiento ha válido la pena, aunque sea para apreciar por este instante, esa, la estrella del centro, la que más brilla, junto a todas sus preciosas compañeras. Puedo sentir que voy a ella, que soy una estrella como ella. Una pequeña de luz tácita, pero propia. Y sólo puede saber que es estrella aquel que se ha atrevido a sumergirse a su ser más perturbada oscuridad. Y mi cuerpo tiembla ¿es miedo? No. Como todo soñador, confundí el miedo con el frío, pero aquí estoy, con la soledad más bella y profunda, y abro mis brazos. Y el frío llena mis dedos, cada uno y todos a la vez, desde la punta a la palma. Veo todas las estrellas y sé que esto no es miedo, no puedo tener miedo, yo soy uno con ellas, voy hacia ellas, somos parte de lo mismo. Y no, no puedo tener miedo, nadie puede morir ni tener miedo cuando tiene una soledad llena de estrellas.
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