No lo negaré,
hay algo de placentero
en que me hayas roto el corazón.
En no tener que verte a la hora acordada,
en no tener que tener nada,
apareces en todas partes
y nunca sé ni sabré cuándo:
en algún azul que no sabía que iba a dolerme,
o en alguna mirada triste
como la tuya
lluvia que no moja pero me empapa.
No negaré, tiene su encanto
no saturarme de ti,
no aburrirme de tus malos ratos
no tener que pensar en partidas de ajedrez cuando me cuentas algo muy importante pero que al final no importaba tanto
no pensar en otra cuando te penetro
porque te encanta como lo hago
y quieres que lo haga todo el tiempo.
Hay algo encantador de que te vayas con otros,
y te des cuenta que yo no te aburría nunca,
de que cualquiera te puede dar una emoción primera
pero yo te escribo en el corazón una novela entera.
Hay algo de encantador en saber que ahora que no estás eres mi prioridad
porque para verte hay que cerrar los ojos
ya no tengo todo de ti
sólo los alientos,
los áromas
las primeras flores y las caidas de pétalos más hermosas.
Hay algo de encantador en no saber si regresarás,
en fantasear con las mil formas de castigarte por haberte ido,
y en escuchar de tus labios, como de tantos otros, la certeza de que he sido y siempre seré el mejor.
Hay algo de encanto en no poder dormir por las noches,
en abrazar la almohada y gemir de dolor como alguna vez me hiciste gemir de placer,
y sentir que soy un niño
y que tu ausencia me acaba de hacer nacer.
Hay algo de encanto en que me duelas, y darme cuenta de cuánto valen las personas, las pasiones, y las cosas, que me arrancan de ti por un instante, y que como tú me abandonan en las noches.
Hay algo encantador en guardar silencio, y que eso también sea decir tu nombre.
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