Hay un fuego que me arde por dentro.
Un sueño que no debí soñar,
pero que bueno que a veces
me animo a hacer lo que no debo.
Hay una inspiración a mis poemas,
que no me volverás a dar.
Hay un placer y unas ganas
que no van a dolerme más.
Fue bonito mientras duró.
Pero mejor me voy sin despedirme,
sin explicarme,
antes de que duela más.
Uno sólo se despide
cuando quiere ser convencido
de que se quiera quedar.
Hay un beso que no te daré.
Hay un llanto que te negaré
en silencio sangraré
y sin mirar a atrás
me iré.
Ojalá creas
que este poema no es para ti.
Ojalá te imagines
que fui fuerte
que no me importaste
que nada significaste.
Ojalá tengas el olvido que mereces
ojalá mueras
sin el placer de saber
lo que es dolerme
lo que es llenarme de poemas.
Porque me gustas y me dueles
como la poesía misma:
soledad nuestra,
que bello instante fue su compañía.
Pero la vida es corta,
y tengo aún cosas que escribir.
Los poemas me llaman,
no es tu culpa,
es culpa de mis ganas
de quedarme aquí.
Ojalá no me olvides
y ojalá yo a ti sí.
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