Me acababa de dar una ducha
ella estaba peinándome el cabello
y me preguntó
cuál crema quería
si la de coco o la de los negros
yo le dí media vuelta
y nalgeándola le dije
"esto es lo que quiero"
ella se sonrojó
como siempre que la hago sentir mujer
y la hago sentir sumisa
empecé a penetrarla
mientras disfrutaba de sus nalgas en el espejo
pero de pronto empecé a sentir
una flácidez
una falta de ganas y de deseo.
Oh, yo que siempre critiqué
a los hombres infieles
ahora en este patético espejo me veo
y siento que el hombre es infiel
por amor a su familia
para no terminar sucumbiendo
a las ganas de meterse un tiro en la cabeza
por tener que cogerse
a la misma mujer de nuevo y de nuevo.
Y lo peor es que ella está buenísima,
y no empezó a aburrirme hasta que empecé a quererla.
Trataba de recurrir a las viejas mañas
a pensar en su hermana, o en su madre, o en cualquiera de aquellas
que me he cogido una o dos veces
en las soledades del perverso anhelo.
Pero nada, ella era más bella que todas ellas, el problema es que después de la primera vez
ya no apetece
ya no me enciende
en especial si tengo que metérselo
al verla de frente;
qué incomodidad
esta agonía
de querer tenerlo todo
pero no quererlo si lo tengo
de sufrir por lo perdido
y de sufrir por lo que aún no pierdo.
Pero está bien,
soy hombre,
de alguna manera resolveré esto
aunque tenga que dejar de masturbarme por un tiempo
o escribir poemas
hasta que llegue un nuevo amor
que traiga el mismo aburrimiento.
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