La vi al entrar
era alta
y con unas preciosas nalgas
que a donde quisieran
mis deseos podrían arrastrar
luego vino a mí
de frente
pude ver un rostro
cuya juventud
compensaba la falta de encanto y de belleza
debía tener 16 o 17 años
un uniforme de porrista de High School
y unos bellos senos
que parecían torturados
por estar en esa ajustada ropa
y no en mis labios.
Ni siquiera hizo contacto visual conmigo
y por ese instante
yo me odié
por ser yo
y no ser cualquier otra cosa
que desencadenara su deseo y sus suspuros.
Unos pequeños granos en su rostro,
un short tan corto y tan ajustado
que era como verla desnuda
y se llevó su indiferencia con ella
pero a mí
el impacto de tanto deseo
de tantos nervios
de tanta ansiedad
en tampoco tiempo
me dejó pensando en ella
en las ganas de prenderla en fuego
para que se llene mi cuarto de su aroma, de su incienso.
En mis ganas de parecerle interesante,
para que me hable,
para escuchar su voz en todas partes.
En las ganas de que me desee,
para sostenerla entre mis brazos
y beberla a cada instante.
En las ganas de ser lo que sea que ella quiera,
para protegerla,
para poseerla hasta hastiarme.
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