Tatuajes.
La cara de mi madre
en esa foto
de cuándo era niña
y parecía haber nacido
para traer al mundo,
belleza y tristeza.
Esa sensación por la mañana,
de cuando me veo al espejo desnudo
y siento que por primera vez
luego de tanta dieta y ejercicio
no siento pena sino orgullo
Esas ganas de cuidarte,
ese temor al futuro,
estos nervios de que me faltes
esta angustia
de alguna vez fallarte.
Esa mujer que alguna vez creí amar
pero ella no terminó siendo lo que yo creía.
Aquel atardecer de aquel día
del cuál nada más puedo recordar.
Aquella vez que me humillé
para no perderte
y terminaste llendote de cualquier forma.
Aquella vez que por orgullo
nunca te busqué
para que regresaras
y terminé perdiéndote de cualquier forma.
Ese aroma, ese café
aquella Venezuela
que nunca va a volver.
Tantas cosas que tengo tatuadas
y no precisamente en la piel
tantas cosas que me brillan en la noche
cuando no puedo dormir
y nadie me puede ver
tatuajes que dolieron al hacermelos
y que nunca terminarán de doler.
No hay comentarios:
Publicar un comentario