Tus piernas se cubren de una lúgubre belleza. Me encanta verte vestida para mí, me encanta que tu piel se estremezca de estremecer a mis sentidos. Si antes te gustó o no usar esas medias, importa poco. No estás con nadie de antes, estás conmigo. Te observo hablar, tu mentón, tus labios, la ternura oculta detrás de tanta sensualidad. Qué absurdo sería preguntarse el porqué de esta dicha de ver tus piernas hacer contraste detrás de esas medias negras que tienes para mí, y por mí. ¿Cuál es tu lugar? ¿Cuál es tu sitio? ¿quién eres sino la mujer de Raga? Y eso no significa ser una mujer más que le pertenece a un hombre. Qué fácil calificarme de opresor, si no fuera porque la palabra dueño cambia tanto entre nosotros. Ser tu dueño: estallar de dicha porque seas solo mía, enloquecer en el estallido de belleza que se mueve como olas en tus ojos. Ser tu amo: saber que no eres una más en todo el mundo, que todo lo mío te lo doy porque al hacerte mía, soy tuyo. Me perteneces: te vistes para mí, y no eres una mujer más que complace a un hombre, eres todas mis fantasías, que son más que sólo fantasías, cuando eres tú quién las complace.
Mi mujer ahora sin medias, camina descalza, me pertenece por completo. Soy el dueño y el amo feliz de todos sus preciosos territorios.
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