Veo tus manos
tan hermosas
y tengo miedo.
Miedo de tu boca hermosa,
de tu puchero de niña,
de tu sonrisa cuya felicidad
se parece a mi vida.
Tengo miedo de tu palabra,
porque siempre despierta mis mariposas,
siempre dices lo correcto,
siempre me das aliento.
Tengo miedo de tus ojos,
que sólo existen para mí;
de esta sensación inconfundible
de que naciste para mí.
Tengo miedo de tus manos, tan hermosas, y además de todo lo que tocas.
Tengo miedo,
porque te sientes como lo mejor que me ha pasado,
y me aterra saber
que algún día
aunque no lo quieras
aunque no lo quiera
pueda terminarse.
Y luego me abrazas,
me besas,
te haces pequeña,
del tamaño de un poema,
te metes en mis cabellos,
en mi aroma,
y juegas en mi felicidad
que es el lugar en donde perteneces
y me doy cuenta de que no sé lo que es la vida
pero sí sé
que mientras viva
aquí quiero quedarme.
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