miércoles, 4 de mayo de 2016

Cuatro poemas románticos

Hay ciertos movimientos en los que no estás.
¿Por qué ya no jugamos sin mentirnos como cuando eramos niños?
¿Por qué tenemos que mentirnos a nosotros mismos?
Te mientes, te convences de tu sueño fabuloso,
y dices que eres feliz conmigo.

Pero yo no soy tu sueño y esa es tu pesadilla.

Entonces crees que te despiertas sólo porque te convences de que soy un monstruo.
Y esa es otra mentira.
Porque necesitas certezas.
Porque anhelas mi calor infinito.
Y te sientes desprotegida
si no hay muerte o garantía.

¿Por qué tenemos que mentirnos?
¿Por qué no es suficiente vivir contigo?
Aunque sea un ratito.
O mejor si son dos
o mejor si son más.

Pero vivir contigo
conmigo
sin porvenir
sin pasado
sin asumir nada más
sin convencernos
de más.

* * * *

No somos lo que pensamos.
A ambos se nos tambalea una grasa patética cuando nos azotamos en la cama.
¿Por qué seguir apagando la luz?
Mi pecho es igual de flácido que el tuyo
cuando estamos desnudos
en esos instantes sin tiempo
que llamamos amor.

No somos lo que pensamos.
Y darse cuenta de lo falso,
es el amor, es lo verdadero.

¿Para qué mentirnos y engañarnos?
¿Para que desearnos si podemos vivirnos?

Yo no cocino tan bien,
tú eres una perezosa.

Tú no eres una gran conversadora.
Pero me escuchas, y me dejas temblar,
y llorar, y soñar a tu lado.

Somos lo que somos.
No lo que debemos ser.
Y soy felicidad a tu lado.
Y no me preguntes por qué.

* * * *

No escuchamos la misma música
aunque tenemos canciones en común.
Tú toleras, incluso disfrutas, cosas tan patéticas como la champeta, el reguetón, y esas canciones románticas que son puro embuste a fuerza de idealización.

Y me río porque eres muy estúpida,
y tal vez te amo por la misma razón.

Yo escucho opera y música clásica.
Porque es lo simple lo que me acelera el corazón.
Mujer...
hay más de ti en el arte que no aprecias
que en el arte que consumes.

Tú piensas que soy arrogante:
todos mis amigos con mal gusto piensan lo mismo.

Pero siempre nos reencontramos en Mercedes.
O mejor en Silvio.
O mejor en Cortázar.
O mejor en los besos.

No tenemos los mismos gustos.
No nos parecemos.

Ni siquiera eres tan buena en la cama
como para decir que es eso.

Ya he tenido compañeras fascinantes:
increíbles artistas.
Espectaculares bailarinas.
Irresistibles escritoras.
Y pintoras y fotógrafas y dibujantes, pero esas no cuentan mucho.
Viejas ricas y viejas con dinero.
Muy sumisas.
Muy dominantes.

Pero la felicidad no está en eso.
Contigo por primera vez
dejé de sentirme sólo
dejé de sentirme deshabitado.

Y por eso te amo.
Bruta.

** ** ** **

Hay ocho pájaros azules en mi ventana.
Parecen dragones, son enormes.
Escribo este poema de amor
porque siento que es aquí
y no al hablar
donde realmente puedes escucharme.

En mis sueños:
te he golpeado
te he violado
te he esclavizado
y lo peor
te he olvidado.

En mis sueños he matado por ti
he muerto por ti
he mentido por ti
me he mentido por ti.

Y en mi soledad
es mucho lo que he llorado por ti.

No sé si es de ti de quien escribo.
Probablemente no.

No tienes la culpa de que ese aleteo azúl y majestuoso
en mi ventana
me lleve a ti.

No pienso en ti
no me aparece tu imagen en mi mente
casi no te recuerdo
simplemente te siento tan profundo
te ardo
te llamo
te deliro

te vivo como esas cosas...
tan intensas...
que matan
y matando, mueren
y muriendo, dan vida.

Pequeña mía
renaces en todas las cosas
en todos los días
eres más que un hogar
porque siempre
te llevo conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario