miércoles, 25 de enero de 2017

Diario de Raga, día uno.

Tal vez este diario tenga sólo una página; tal vez continue cada día, o tal vez una vez por semana, quién sabe, dejemos que se escriba cuando le dé la gana; y cuando nos demos cuenta, y haya pasado el tiempo, agradeceremos la ausencia de todas las palabras que sean innecesarias.

Quizá empecé esto porque me he dado cuenta al compartir con otras personas, de lo insondable que es mi soledad. Y tal vez algo en mi interior espere transformarla un poco a tráves de estas palabras, porque supongo que comunicar la soledad debe ser una de las más bellas formas de estar juntos. -Por supuesto, pienso en Pizarnik.

¿Es la soledad mala? No lo sé, según me cuentan, yo la tengo desde que era niño, y me engañaría a mí mismo si no admitiese que empezar leer fue hermoso porque significaba una forma de regresar a ese espacio y ese tiempo donde todo era silencio y todo era mío.

Ese mundo de la soledad se ha expandido por años, o tal vez no, tal vez simplemente es infinito y lo único que ha ocurrido es que se ha convertido en el medioambiente en donde me siento más cómodo. Si me preguntaran en dónde crecí, creo que sería más acertado decir que crecí en la soledad antes que en Venezuela.

Por favor, lo único que les pido si leen esto, es que no se tomen nada de lo dicho como algo definitivo, como teorías o como verdades intelectuales. Una de las razones por las que últimamente no he querido escribir tan seguido ha sido porque siento que todo lo que digo se vuelve tan lejano y ajeno luego de decirlo, leo todos mis textos y puedo ver el crecimiento del estilo, del dominio del lenguaje -es decir, cómo las armas del escritor van perfeccionándose y el escritor se siente más seguro en su manejo- pero no me veo a mí, siento a veces que no hay nada más diferente a lo que soy que aquello que alguna vez pensé o alguna vez fui, y cuando recuerdo algo no es como recordarlo, sino como escribirlo, como imaginarlo.

¿No les pasa que recuerdan algo, digamos, un día en la escuela, y ven las fotos de ese día y se dan cuenta súbitamente de que nunca recordamos las cosas como fueron sino como las distorsionamos? Es como un sueño, todo expresa algo pero nada es lo que se expresa. Las palabras no son las cosas, sólo las sombras, y por eso es limitado todo lo que comunicamos.

De cualquier forma, vamos a divertirnos, me he antojado de contarles sobre el día de hoy.

Ya se me quitaron las ganas, no se preocupen, de cualquier forma hay cosas que sólo son importantes cuando pasan y cuando se escriben, aunque frecuentemente importan más al escribirse que al pasar.

Lo sé, eso fue demasiado literario como para ser verdadero, pero hay vicios a los que un escritor no se puede resistir.

Volviendo al tema de la soledad, frencuentemente las personas al conocerme dicen cosas muy hermosas de mí, expresan admiración o envidia -si es que una de esas palabras no es el eufemismo de la otra- básicamente porque soy bastante diferente, y creo que la principal razón de esa diferencia ha sido la soledad.

(No voy a hablarles de esas diferencias, es problema de ustedes si las quieren descubrir o no.)

En mi cuarto hay alrededor de 300 libros -es decir, no tengo una biblioteca en el cuerto sino una cama en la biblioteca-, y cada vez que entro a él es como si la enorme boca de un río me sumergiera a sus profundidades. Y si hay belleza en mí ha florecido en este tiempo sin tiempo que es lo que determina mi manera de ver las cosas, que es a su vez mi forma de vivir.

Es tan aburrido hablar de mí mismo, me siento incómodo, ajeno.

Y ahora al releer todo este texto lo único que siento es que escribirlo no fue una manera de salir de mi soledad, si no más bien una forma de meterlos a ustedes en ella. Porque se siente más rico aquí adentro que allá afuera.

Sólo quiero decirles que nada de lo que terminé escribiendo era lo que quería escribir cuando me senté a hacerlo, y esa es la historia de mis textos, es como tratar de comunicar un sueño, y al releer darte cuenta de que lo que evocan las palabras jamás es lo que estaba en tu mente, y publicarlo de cualquier forma, para salir de ello -o porque, como los hijos, aunque nunca sean lo que deseas, siempre pueden aún así ser bien hermosos. Quizá más por ello que a pesar de ello.-, y ponerte hacer otras cosas, probablemente a solas, o con alguien que prefiera meterse a tu soledad antes que sacarte de ella.

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