viernes, 25 de marzo de 2016

Poema a una joven artista.

Sé que no eres tan hermosa como en tus fotos, y también sé que eres preciosa como sólo tú  puedes.

Sé que el caos al que atribuyes tu crear artístico, no es más que un consuelo, sabes bien que no creas por tu caos sino a pesar de él, y si exaltas tu desorden es porque a fuerza de no comprenderlo tratas de hacerlo parecer hermoso.

Pero el artista no es más que un obstáculo entre el arte y su creación, el arte es la vida misma que se expresa y se siente, y no tiene ningún valor que trates de exaltar el dolor que se siente al parir arte, porque tu dolor no es producto del arte sino que buscas el arte para huir de tu dolor, tu dolor no proviene de la entrega sino de la huida, y tienes que dejar de huír para que puedas comprender el dolor real del arte, el dolor de crear, el dolor de la vida, el dolor que muere al dar vida y no el dolor que permanece cada vez que tocamos la herida.

Hay algo que eres y algo que anhelas ser, entonces por eso todo te duele y por eso el arte te calma. Pero ¿Uno puede desear amor? O acaso sólo podemos desear lo que tenemos miedo a dejar morir. ¿Qué no aparece el amor justamente cuando se han ido todos los deseos, todos los miedos, y, lo que queda, es siempre algo nuevo?

¿La libertad es elegir? Porque uno sólo elige cuando está roto, dividido, hecho pedazos. Tengo que elegir, entre lo que deseo, lo que debo y lo que me conviene. ¿Qué acaso no elijo sólo cuando estoy confundido? Toda pregunta que surge de la confusión sólo puede generar más confusión, y el amor es la pregunta que en sí misma se responde.

He visto todas tus máscaras, las mismas que yo tuve: mostrándote para esconderte.

No sé por qué se nos enseña por todos los medios que si no triunfamos en la sensualidad estaremos condenados a la desgracia, casi todos los desgraciados triunfan una y otra vez en el sexo. No sé por qué nos estimula tanto ser deseados, tal vez porque no comprendemos lo que somos y nos reconforta la ilusión de creer que somos la idea distorsionada que otros tienen de nosotros.

Pero no, un ser que comprende lo que es, puede ser insultado pero no herido. En las opiniones de los otros no ve lo que desea sino lo que realmente es, y por lo tanto, no se siente herido ni halagado, un ser que no se busca es un ser que se comprende, y al comprenderse sabe que las hermosas mentiras que los otros ven en él, no son producto de lo que somos, sino de lo que otros desean ver en sí mismos.

Veo en ti ese niño asustado que fui y que me pide besar y abrazar a esa niña asustada que eres. Esa que busca la clave de su destino en un verso, en un poema.

Este no es el poema que determinará tu destino, sino el que hace que dejes de necesitar el arte, y sólo dejando de necesitar el arte, uno comienza a vivirlo, no como un escape de la vida, sino como un encuentro con la vida misma en cada instante.

Eso es lo que me hace recurrir a ti constantemente,  querer sentirte en mi pecho; descubrir cómo cambias, cómo te mueves; descubrir junto a ti la belleza que no se esconde al mostrarse mediante las bellas máscaras de la feminista ideal o del ser idealmente libre; descubrirte como esa flor que florece porque es libre, libre de todo ideal acerca de lo que la libertad debe ser, que es, sin duda, la única libertad real: la belleza de encontrarte en tu esencia, de sentir la belleza de tu ser, de tu ser libre de ser, de tu se libre de ti misma.

No quiero nada de ti, creo que sin saberlo ya te estoy amando.

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