miércoles, 13 de diciembre de 2017

Poema a una mexicana

Cuando vi tus ojos supe que había encontrado el lugar en donde el águila se posaba en mi nopal, e hice de tu mirada mi bandera.

Mi amor por ti es más inmenso que México antes del tratado de la Alta California.

Conviertes mi pasado en valles y lagunas, y tu eres tan neceseria para mí, como la historia de México lo es para entender a la América latina.

Eres la Nueva España del corazón de este imperio, tu Veracruz me besa el Atlántico y con tu Acapulco me aprietas el Pacífico.

Y este San Luis de Potosí, con su corazón solito, y con esta Zacatecas descubro el oro de tu risa.

Desde el desierto de tu soledad encuentro mis caminos Mayas, cuando me miras con esa mirada Yucateca que se siente parte de nada que no sea sí misma.

No hay muro que evite que mi río de todos los contextos se llene de ti. Eres la primera revolución que toca mi siglo XX, y si me preguntan, diré que soy un leal soldado de Pancho Villa, y si estás en peligro, y si te quieren oprimir, sólo diré que Zapata volverá.

Llenaré tus muros de Diego Rivera y de Orozco, y piernas pa' qué las quiero, si tengo alas para volar.

Te llenaré el abdomen de ese inefable Juan Rulfo que enciende los llanos, Y con Carlos Fuentes beberemos la muerte de Artemio Cruz, para terminar perdidos en un laberinto de la soledad llena de Paz.

Toda la diversidad cabe bajo lo que significa ser mexicano, y palabra de macho, está tierra es mía, yo soy mexicano, nací despreciando la vida y la muerte.

Que mi amor te libre de la United Fruit Company, del canal de Panamá y de esas 13 colonias que llegaron para ser tus 13 plagas y que sólo tu poderosa cultura te salva de ellas. Pero no te me enchiles todavía con este picante poema, que hasta hay mariachis en Alemania.

Mejor pega tu cintura a mi bolero, rozame el Pedro Infante, apriétame el Jorge Negrete, y deja que te llene el aliento de mi Agustin Lara.

Ámame con la dignidad de Maria Félix y las lágrimas de Chavela Vargas.

Te miro, y todo lo que miro es de primera calidad, tus amores perros, la tía Alejandra de Arturo, y los olvidados que no olvidó Buñuel. Y si te quieren entender que llamen a los hijos de Sanchez.

2 de Octubre de 1968, nunca olvidaré, de todo y todos te defenderé.

Besáme con tu México profundo, bésame en lengua zapoteca. Lléname los campos del cuidado del maíz, y que no se nos rompa otro mexicano en los semáforos.

Adelita en el tren, Porfirio que no quiere terminar, pero ámame cómo sólo tú me amas, que para escribir este poema me tengo que comer tus enchiladas.

Yo te cielo, y de la nada me empieza a latir muy fuerte el corazón, y un susurro entre las sombras me dice que eres tú y que soy yo, porque los mexicanos nacemos donde nos da la chingada gana.

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