domingo, 1 de septiembre de 2019

Marissa

Cariño mío,
no tienes que seguir despidiéndote de mí
en tus poemas
tampoco hace falta que sufras
cuando me besas en otros labios
o cuando en otros ojos
crees ver mi mirada triste
llena de poemas.

Yo no te odio, mi niña
si te odié
o si me heriste
en el pasado
hoy tiene
muy poca importancia.

Tienes razón,
somos otros
o tal vez los mismos
pero distintos
cambiados
crecidos
sufridos
alejados
y como siempre que se esté vivo:
felices
aunque queramos negarlo en los poemas.

Yo me encuentro bien,
y espero que tú también,
que te quieran
que te cuiden
que hayas dejado de fumar
y que en la universidad
no te hayan contaminado
con absurdas ideologías.

Te imagino tocando el piano,
llorando cuando deberías estar feliz
con esos ojitos asiáticos
y con un precioso diamante
entre tus preciosos senos.

Aún llevo conmigo
la pulsera roja que nunca me regalaste,
el ajedrez que nunca aprendiste a jugar
(esa partida en la que te gané
y tanto te hice reír)
y tu anhelo de que tu hermano
leyera el principito
y se enamorara como nosotros de los libros.

Recuerdo tu admiración
por todo lo que yo era
hacía o decía
por mi capacidad
de ver las palabras con colores
por recordar tantas cosas
y por siempre tener
historias que contarte
y por esa forma de protegerte
que con nadie se compara.

No temas ya,
el tiempo ha pasado
y no en vano
como nos dijeron esos sabios
autores que
juntos leímos:
sufrir es una perdida de tiempo,
y como dijo el mejor poeta de nuestro tiempo:
siempre serás la niña de mis besos.

Y es que, pequeña mía,
mi poema favorito también se equivocaba:
el tiempo no lo borra todo
con su implacable tempestad de arena.
Siempre seré
tu Sabinas venezolano
y tú la alumna predilecta de mis fantasías
ya puedes dejar de decirme adiós en los poemas
ya que estamos escritos juntos
en una historia que es inseparable
aunque no la leamos de nuevo
o quién sabe
tal vez y se repita.
De cualquier forma
puedes venir a buscarme cuando quieras
cuando quieras leer un libro juntos
o que te posea
con maldad y con delicia
cuando quieras llorar entre mis brazos
o cuando simplemente
quieras dejar de luchar
con el deseo y el recuerdo.

Deja de decirme adiós
niña de mis besos
cuando quieras eres bienvenida
siempre que quieras sentirme
más allá de tus recuerdos.

Pero eso sí,
sin importar
si vienes
o te pierdes,
quiero que si lees esto me prometas
que vas a ser tan grande
como siempre soñé
que lo serías.

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