jueves, 18 de julio de 2019

Pero no se fue del todo.

Tanto que luchaste por ella
por convencerla de que el amor existía
y de que te creyera.

Pero nada fue suficiente,
ella se fue,
sin mirar atrás
y para siempre.

Pero no se fue del todo,
y lo sabes,
lo que se fue
tal vez no fue ella
sino el amor
o esa ilusión
esa esperanza
a la que te gustaba llamarle amor
sólo por darle un nombre
que respetara y aceptara todo el mundo.

Pero ella siguió contigo,
como el aliento,
el aroma
de una muerte
que parece vivir más allá de la memoria.

Ella es el miedo a enamorarte
a confiar en las personas
a terminar
sintiendo
todo lo que tú querías
que ella sintiera por ti
porque cuando uno se enamora
uno quiere vencer al mundo
pero la verdad es que la vida
es vivir a diario la realidad:
de que el mundo es siempre el que lo derrota a uno.

Y ella ya no está
ella ya no siente lo que sientes
y puede que no lo haya sentido nunca
porque a diferencia de ti
romántico y poeta sin escrupulos
ella ya llevaba ese miedo que sientes
que te recuerda a ella,
mucho antes de conocerte
y es por eso
que tu soledad lleva su nombre
porque ella es todo lo que temes
y que no sabes
pronunciar
ni ponerlo en palabras ni en poemas.

Y por eso escribes esto
para ahuyentar las sombras
para escribir las palabras aún no escritas
para buscar lo que tienes miedo de no encontrar en las páginas de la lectura.

O tal vez para convencerte,
de que nada fue cierto
de que
ella
de que el amor
y de que el miedo
fueron todo un invento
un invento de tu pensamiento
como tú también lo eres
porque esta necesidad tuya
de querer ponerle nombre a todo
de pronunciar palabras
que calmen esos temblores
y esas ganas de estallar
que te atacan cuando duermes.

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