sábado, 29 de agosto de 2015

Paula

Llegaste a mi vida como si te hubiesen escupido dentro de ella, caminabas de aquí para allá. Consejos para este relato o para este poema, no te sacudí inmediatamente porque soy amable y más precisamente porque estoy muy solo. Nunca me fijé bien en ti porque es difícil fijarse en cualquier cosa cuando se lee tanto como lo hago yo. Pero por accidente apareciste como si me hubiese encontrado tu mirada por accidente en la calle. La diferencia es que siempre estuviste ahí, y me gustabas antes de verte bien. Me sorprendiste con aquella falda, aquellas piernas elegantes y aquellos ademanes de quien quiere sexo aunque aún está muy pequeño para eso, a pesar de que puedes hasta tener más rodaje que yo -ja ja ja, no es cierto, nadie ha follado en esta vida más que yo- . No pude evitar hacerte musa, no tengo idea por qué pero sentía que algo en mí te quería antes de realmente haberme dado cuenta que existieras. Hicimos el amor con mucha facilidad, es cierto, no lo digo por ser pedante, los genios no necesitamos ser pedante y precisamente por eso todo fue hermoso. Yo tenía belleza en las palabras, tú tenías un coño precioso -ambos lo seguimos manteniendo, así que aleluya por eso-. La primera vez no nos salió todo muy bien porque no es muy cómodo hacer el amor metiéndome por tu ventana mientras tus padres andan por la sala. A pesar de eso disfruté tu cuerpo, profundamente, quizás otros te han follado mejor pero no te disfrutaron tanto como yo -en serio, me vuelves loco-. Debiste dejarme de forma insólita y apenas me alcanzó para eyacularte en la boca y que sintieras los tibios chorros de mi liquido llenarte de su sabor la lengua -dulce, porque como mucha fruta- y unas gotas preciosas y blancas goteando de tus dientes.

Fui hasta el restaurante donde andabas cenando con tu familia y con un pendejo que no sé si era tu enamorado o sólo un idiota, le di unos pocos billetes a un camarero para que me dejara usar su uniforme, afortunadamente en el pueblo todos son corruptibles y además perezoso. Lo hicimos en el baño, eso sí que compensó la brevedad abruptamente interrumpida del primero. Te corriste muchas veces y muy rápido, a veces pienso que más tardaba el pene en entrar que tú en correrte, en especial cuando te la metí en el culo, que hermoso es recordar esa áspera sensación. Lo cierto es que luego de eso te fuiste a comer con tu gente y yo me quedé abriento y el mesonero se quedó con el dinero que me quedaba. Y tú ni apareciste en nuestra cita, no pensaba que por el simple hecho de haber tenido sexo como animales desesperados toda la tarde  (cuando originalmente la cosa era vernos en la noche) eso significaba que el plan inicial quedaba cancelado. Tal vez te quedaste a coger con el imbécil, a mí también me pasa que me interesa más coger por la novedad que por la calidad, por eso terminamos juntos y afortunadamente todo salió tan bien que hasta sospecho que no desees repetirlo y por eso me siento muy libre para escribir esta carta. No sé muy bien cuál es el motivo, pero lo que si sé que esto de gastar dinero para que tengamos sexo y te corras infinitud de veces y yo apenas dos, y al final de cuentas tú termines con tu barriga llena y cogiendo más, y yo con mi barriga vacía y sin ti, me parece un trato muy injusto. Espero vernos de nuevo. A pesar de todo, me encanta coger contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario