viernes, 7 de agosto de 2015

Qué bonita es esta vida.

Estoy seguro que si yo fuese parte del problema y no de la solución; si entregase mi vida a destruirme y no a enriquecerme de literatura: todos, absolutamente todos, quisieran tenderme la mano, y si les escupo, buscarían maneras de ayudarme más, tal vez para sentirse héroes o que sé yo. Pero como quiero ser intelectual, y crear, y dejar algo de aporte en el arte: ahí sí, todos me dicen que mejor no pierda mi tiempo, que nadie lee, que soy un perezoso de mierda porque paso muchas horas al día leyendo en vez de ser normal y salir corriendo a endeudarme con cosas que no necesito como todo el mundo hace, o no sé qué coños.

Pero bueno, cuando un artista es genuino piensa mucho más en la pasión de crear que en los beneficios de la parálisis que representa esta esclavitud moderna que grita libertad usando los fonemas que les ha vendido a cómodas cuotas su verdugo.





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