lunes, 29 de enero de 2018

Ella, su voz y su guitarra.

Nacida en una familia sin lujos,
dormía en cama con sus hermanos;
se salían del cuarto para que entrase el sol.

Ahora ella cruza sus piernas
con una sensualidad que no le he visto ni al verde.
Sus manos suaves la acarician
se parece tanto al gato negro con manchas grises y naranjas
caminando junto a mi ventana.

Sí, esos dedos tuyos son un gato sigiloso
los pasas con tanta delicia
que se hace verde tu guitarra.
Ahora mira cómo aprietan las cuerdas,
el pequeño gatito aferra sus garras a un árbol
y se estira de esa forma instintiva
de esa belleza ancestral
con esa elegancia milenaria.

Ahora de tu voz nacen pajaritos gorditos
y cada pajarito que sale de tu garganta tiene un canto con un color distinto
y tanto me gusta
y tanto me encantas
ahora creo que me nace una flor
mejor la escondo de ti
para que no empieces a patalear
a gritar
a llorar y reír
para no tener que hacerte el amor
dejándote exhausta,
para que luego del gemir venga el dormir
y sonreír al escucharte roncar
como si tuvieses la garganta llena
de cardenales rojos
o de bellos dragones azules.

Oh, no, demasiado tarde,
de tus piernas que se descruzan
ha nacido un colibrí
no puedo resistirme
me está chupando la flor.

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