domingo, 9 de agosto de 2015

Las banderas del mito.

Estuve en un parque de atracciones y descubrí esto en una hoja que me permitiré transcribirles:

"Ella sujetaba la cintura de esa otra chica, de una manera tan sensual que me resultó insoportable. Inútilmente intenté convencerme que se trataba de mi costumbre Venezolana de pensar que una mujer puede acostarse con otra como método de experimentar y complacer a su hombre, pero, como dice el refrán por excelencia de la sociedad en la que me desarrollé, refrán referente a la diversidad sexual: una mujer puede acostarse con otra, pero un pene es un pene, esa delicia jamás puede faltar (refrán popular femenino/ o sea, lo dicen las mujeres). Como si una excusa para no alejarse demasiado del prejuicio valiese como argumento -los prejuicios son flexibles, pero su abandono total cuesta caro-, pero todo esto fue en vano, mi dolor era personal y lo sabía profundamente; esas mujeres eran una invocación a esa mujer que tanto amé y que me dejó por otra mujer; mas esta afirmación, como la mayoría de las afirmaciones, es solamente un intento de mi intelecto para convencerse a sí mismo de que se puede simplificar la complejidad que envuelve cada acontecimiento, hasta al más nimio, el que creemos imperceptible. Esta mujer sosteniendo a esa otra, ambas tan femeninas, me hacían pensar en medio del recordado dolor, que es extraño que una persona pueda romper el prejuicio personal (sexualidad, intimidad) pero no el social (ambas vestidas de la forma socialmente aceptada de ser escandalosa: porque todos sabemos que cada sociedad escoge con qué cosas escandalizarse, pues esto representa su más sublime entretenimiento, no porque sea sublime, sino porque el mal gusto es más frecuente de ver que el amor, y a veces hasta son la misma cosa). Pero no solamente eso, además habían muchas parejas a mi alrededor, y no pude experimentar esa nauseabunda envidia en todo mi ser. Recordé aquellos años en donde yo estaba como ellos dentro de aquella burbuja de mentiras, donde las personas que la ven desde afuera sienten ese porfundo odio hacía estas parejas que ignoran por completo lo miserable de su destino. Si quieren acompáñenme a ver a las demás filas que esperan la atracción, hay tantas parejas viejas, qué les hace pensar a los muchachos dentro de la burbuja que les depara en el amor otra cosa que no sea el insoportable dolor o la asquerosa monotonía. Pero además, miren a esas dos parejas, hablan creo que árabe o un idioma igual de repugnantemente ansioso y desesperado. La pareja frente a mí se mira como si el tiempo fuese un invento de la sociedad, y probablemente tengan razón, pero es por azar, ya que ellos solamente son un par de idiotas tan inmersos en esta esclavitud como todos, y su único escape son esas miradas, en donde ella lo ve a él como miran las mujeres que sólo quieren que las inviten, las saquen, y les den dinero, es decir, las "gánate tu pussy"; y él la ve a ella como si el simple hecho de comerse un coño que sea más difícil que el resto, signifique que eso sea amor. Podrías pensar aquí que soy prejuiciosos, que juzgo al ver, pero pregúntale a una sola de mis amantes (porque amigos hace rato no tengo, mi vida social se resume a esta frase: Lo siento, tengo mejores cosas que hacer, que por lo general esas mejores cosas son libros que leer) si acaso mis prejuicios o mis apreciaciones -porque un prejuicio es sólo cuando se equivoca o cuando no le gusta al interlocutor, pero cuando le agrada o lo cree cierto, aunque sea lo mismo, es una apreciación. La otra pareja, la de la derecha, parece amor de verdad, porque el muchacho parece un pobre diablo; se miran como si cada uno fuese la cosa más hermosa del universo, a pesar de ser descomunalmente horribles, empero, ahora que lo pienso, hay mucha más gente horrible de la que estamos dispuestos a aceptar. Sólo vemos a los hermosos porque nos da placer, pero repulsión es lo que nos inspira la mayoría de los seres que vemos cuando nos sentamos en una banqueta, sólo que se nos hacen tan repulsivos que ni siquiera pensamos en ellos. Porque únicamente estamos dispuestos a criticar a lo grotesco o a lo envidiable, pero jamás a lo común, porque nos porduce un asco tácito, son como vernos en un espejo que esta siendo visto por alguien más y sólo en ese miserable instante comprendemos nuestra atroz fealdad, que no estamos dispuestos más que ha dormirla a fuerza de costumbre en la ceguera de lo cotidiano. Qué enorme capacidad de aceptar la mentira producen las ganas de tener sexo, por eso digo que ambos parecen amarse, porque parecen dispuestos a crecerse las mentiras que así mismos y mutuamente se dicen. Pero mira, la muchacha no deja de verme con ojos de la inocente lujuria del cuerpo, que más que lujuria parece hambre: vete de aquí, perra, los envidio pero me producen asco. Pienso mientras bajo con amarga timidez mi mirada, y me burlo de mí, porque si hablase árabe ya la tendría mamandómelo en el coche a pesar del calor del demonio que hace. Pero ya está el cinturón ajustado, estoy solo, irreparablemente solo, en una soledad que no elegí o elegí sin saber que lo hacía, y no tengo miedo, no tengo ni el más puto miedo: estoy sólo y me gozaré del Joker porque comprendo que la desdicha y el gozar, a pesar de lo que se hacen creer esos enamorados, es cosa de uno y el universo, no dela estafa a la que llamamos compañía."

1) Es importante resaltar que al pie de la hoja donde encontramos esta nota, el autor escribió: "hay una mujer musulmana a la que sólo se le ven los ojos, son preciosos, quiero llenárselos de semen; es raro, ella no mira a nadie pero todas las mujeres que andan semidesnudas, la miran con asco, con desprecio, creo que este cuento de la diversidad sexual terminará siendo, como todo lo que se pone de moda y se arranca del campo del pensamiento para colocarlo en el de las creencias o utopías en el peor sentido de la palabra -porque no es un sueño sino una imposición la cuál se vende como sueño y se desfigura hasta ser de tal modo que no es más que una triste distorsión de los ideales- y me resulta que en este lugar, quien no ande en cueros no es aceptado porque no ama su libertad, como si la libertad fuese una orden y no una opción, entonces resumiendo: todo el mundo anda creyendo que la libertad sexual es andar desnudo porque se confunde la libertad con la permisividad y por eso se piensa (¿pensar?) Que lo importante es que"

Y quedó incompleta además de llena de tachones y un: "esta mierda no sirve porque"

Y más al fondo, en letra apresurada: "la brisa le golpeó a la musulmana cuando se iba, qué culo más rico tiene; y además, con seis hijos, la malparida."

Estudios dicen que en Venezuela la expresión malparida, tanto como desgraciada, suele utilizarse como peyorativo que a la vez expresa admiración. Paradoja estimulante.


Nota del autor: se ha intentado en el texto recién leído, un juego de voces único. Un personaje con vida propia. El autor está poco interesado en el contenido, sólo se interesó por darle un latir e intensidad tan genuino que parezca precioso a pesar de tener ese aire inconfundible de divagación del pensamiento. En pocas palabras, ha sido parte del arte de contar los sueños, como todos saben, arte de mentir para poder transmitir algo confuso pero hermoso.

1 comentario:

  1. Te encontré por Twitter y decidí leer tu blog
    Hermosas palabras, ojalá tener tanto talento como tú
    Te dejo mi blog por si quieres echarle un vistazo (iré publicando más)
    https://cowardconscience.wordpress.com/

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