viernes, 22 de junio de 2018

Todo lo que callo

Y eso que no sabes todo lo que callo para no lastimarte, me cuesta tanto abrirme, sabes, y yo sé que eso al comienzo me hace interesante y misterioso, aunque luego me convierta en un ser impenetrable.

Tú me dices lo que sientes, me rompes el corazón y me lastimas, al igual que todo el que dice lo que piensa: eres implacable, egoísta, y llena de contradicciones.

Pero yo no puedo ser así, ah, si supieras todo lo que callo, todo lo que dudo.

A veces veo tu rostro y en un segundo me vienen a la mente tantos momentos parecidos a este, en donde fui feliz, en donde quería que alguien me durara la vida. Pero no, cariño, te veo y me dueles porque sé que aunque diera la vida por ti un día vas a terminarte si es que no yo primero.

Tienes razón, fui un cobarde, ¿quién no lo es cuando se trata de querer y dar el paso? En especial porque el amor se siente tanto y tan hondo como una mentira que no quieres ver o como una verdad que te empeñas en negar.

Ah, cariño, somos tan diferentes, yo no podría hacerte daño como tú a mí, tú te lastimas o resientes y piensas en ti, hasta cuando me dices que me quieres pienso que estás pensando en ti, y no en mí.

Pero si supieras lo que callo, lo que me cuesta creer cuando alguien me dice que me quiere, a veces pienso que toda mi vida es una farsa, que soy tan patético, y no tienes idea lo que cuesta levantarse de ese espejo.

Y sí, un día se me ocurrió compartir con el mundo mi literatura, mi poesía, mi forma de ver el mundo. Pero hay días como estos en donde me siento tan falso, tan ficticio como todo lo que escribo, incluyendo esto.

Me cuesta tanto creer en cualquier cosa, es como si me doliera la felicidad, pero a quién puedo culpar, fui yo quien sucumbió a sus deseos es decir a sus vacíos, soy yo quien trató de construir con su pensamiento, es decir con su memoria, un paraíso jamás perdido.

Y ahora es así, por perder el paraíso me duele ver el cielo, y ahora mis palabras son mendigos sin abrigos, y me siento triste, y me siento solo, y me cuesta tanto abrirme contigo, compañera, quisiera ser todo lo que ves en mí, parecerme a ese ser hermoso que amas, que te cuida, que te defiende.

Pero a veces soy esto también que no te enseño, esto que guardo en el desamparo del silencio, este niño con miedo a todo, empezando por vivir, aferrándose al vientre de sus palabras,  y queriendo cualquier cosa, menos sentirse mejor, queriendo solo quedarse aquí, temblando de miedo, sin tener que pretender que es feliz.

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