martes, 5 de marzo de 2019

La que fuiste antes de conocerme

Qué difícil es escribir este poema
lo llevo conmigo por años
escribiéndolo
con miedo a hacerlo verbo
porque te digo, mi vida
yo muero en todo lo que escribo
y todo lo que escribo
se muere un poco
cuando lo digo.

Eras tú aquella niña triste y melancólica
que a veces vuelve
cuando te pierdes en la ciudad
cuando los amigos no comprenden tu silencio
cuando te aislas en tu dolor
y lo único que quieres
es llegar a casa
a mí
a tus brazos
y contarme historias
eres tan buena para contar historias
por más que me aburra escuchar a una mujer hablar
contigo es diferente
porque tú haces arte todo lo que dices
me miras con esos ojos tan tiernos.

La niña que eras antes de conocerme,
aquella que forjó su destino
al meterse en la biblioteca de su hermano
y encontrar su primer libro clásico
y entre el romance de Goethe
y los terrores de Poe
hiciste de tu soledad
la desolación más bella.

Venías de perder un amor
yo estaba en el comienzo
de mi carrera como el poeta más talentoso, arrogante y mujeriego.

Le mostraste a tu hermana mis fotos,
y ella se murió de envidia
y tú de celos
al ver
que tanta mujer
luchaba por un lugar en mi vida.

Me enviaste un texto
y así empezó nuestro amor
cuando lo hice pedazos
con mi sincera crítica.

Desde entonces descubriste que las mujeres se medían entre ellas conmigo
porque nunca ha sido fácil impresionarme.

Éramos serios
hablábamos por horas
de libros, reflexiones, aventuras y poemas
tú no tenías idea
de lo interesante que podía llegar a ser la vida
hasta que te viste reflejada
en las preguntas que te hacía
de la nada nos pusimos sexuales
te quedaste a dormir conmigo
era muy tarde
y yo te hice mía
porque yo hago mío
todo lo que deseo

me diste tu virginidad
escucharte llorar con mi sexo destruyéndote por dentro
es uno de los recuerdos más deliciosos
que se escucha en el mar de mis placeres como un eco.

Me enseñaste el inmesurable poder de la mujer sumisa
transformaste mi sexualidad
empecé a sentirme atraído
cada vez más
a mujeres que nunca antes me habían parecido interesantes
a las delgadas, a las delicadas,
a las que parecen niñas.

¿Qué edad tenías? ¿18?
Con tu hermosa vagina afeitada
que hasta el sol de hoy solo por mi sexo
ha sido penetrada.

Empezaste siendo mi amante,
terminaste siendo mi vida.

Un día te dije al oído que yo podía cogerme a quien me diera la gana
pero que tú tenías que ser solo mía
y desde ese entonces creo que estamos enamorados.

Eres sumisa
obediente
me has hecho tan hombre
tan fuerte
eres la mujer que todas las mujeres odian
porque eres la única que se ha obsesionado con un hombre
que de hecho la ama.

Eras tartamuda cuando te conocí,
insegura,
con un autestima alarmantemente baja.

Y ahora mírate
todos te miran y estás llena de magia
irradias felicidad
eres dulce
eres bella
eres la niña de Raga.

Eres tan feliz,
me llenas de orgullo
cuando vas a las tertulias de poesía
y todos se preguntan
¿de dónde nace el genio de tal mujer?
y no saben
y aunque lo supieran no lo creerían
que eres lo que eres
porque eres mía
Me perteneces
soy tu dueño
que me odie quien me odie
yo soy tu dueño
yo te cuido
yo te protejo
yo te doy ordenes
tú me pides permiso
para todo.

Lo que la gente no sospecha
es que yo no te manipulo
ni te maltrato (sólo en la cama)
lo que la gente no entiende
es que te encanta
Tener a un hombre en tu vida
que sea fuerte
que sea decisivo
que te discipline
que no te deje abandonarte a la pereza
un hombre por el cuál competir
un hombre que te haga ser la mejor versión de ti
un misterio y un desafío.

Lo que la gente no entiende
es que hay un instinto
algo que me hace hombre
y a ti mujer
y nos hace ser como somos
yo soy la masculinidad pura
tú eres la feminidad absoluta
y juntos calzamos comos dos versos
en un poema de Neruda.

Te amo,
tanto,
que yo quiero que te mueras primero que yo,
porque no podría hallar paz
si me voy de este mundo
sabiendo que te he dejado
que te he dejado sola
sin mí
sin el sentido de tu vida
sola
sin amor
como cuando eras
esa
aquella
la que eras
antes de haber conocido
la dicha de ser mía.

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