miércoles, 5 de septiembre de 2018

Claudia y Raymundo

Un día leerás esto, pequeño Ray,
y tal vez tardes muchos años
luego de leerlo
en enterde lo que quise decir

Un día vi a tu madre en un teatro
y cuando pestañeé ante la dicha de su talento
ya estabas en su vientre de miel morena.

Y luego bostecé como un león,
y antes de darme cuenta,
ya habías nacido.

Oh, precioso,
si supieras o llegases a entender
cuánto te ama
te aseguro no sufrirías un solo instante
de tus bellos pasos por la tierra.

Nunca la vi sonreír como cuando te tiene en sus brazos,
eres como una mariposa que vuela desordenadamente
y te robas su atención por todas partes,
ella ya no tiene ojos,
sus pupilas son tuyas
verte es su forma de ver el mundo.

Ahora te veo leer entre sus brazos,
y eres tan feliz,
me dan ganas de quitarme la barba para ser niño y jugar contigo,
no te cansas de nada, tu cerebro es tan fresco,
en ti la rutina no existe,
todo acaba de nacer y el mundo es el libro que estás por leer.

Nada se te marchita por más que lo repitas,
ah, querido mío,
serás poderoso
lo sé por tu nombre
yo quería que te llamaras Oliver
tu madre es de las pocas personas que dicen que van a hacer algo y lo hacen,
ah, pequeño,
no lo sabes
pero cada segundo es único y se va para siempre.

Pero tu madre es eterna,
es eterna y es hermosa,
y si alguien llegase a creer que no existe el amor
es porque no ha visto la vida
como ella te mira.

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