viernes, 9 de octubre de 2015

Ensayo sobre un momento cualquiera.

¿Alguna vez te ha pasado que estás junto a alguien y se te ocurren una tras otra ideas para empezar una conversación pero las suprimes y te arrojas al silencio pensando que aquello no tiene sentido? Veo a las personas respirar ilusiones claramente falsas como si esa mentira representara un descanso, el clima de una montaña mágica en las alturas donde el aire es total pureza y belleza. Pero hay algo de esto que desprecio, ¿sería acaso el egoísmo de éstas? Don Quijote estaba loco y lleno de sueños, pero cuando Sancho le hizo ver que todos soñaban por una ambición, un egoísmo, y eso valía el sacrificio; a lo que Don Quijote respondía que el soñaba por soñar no más, por amor a los sueños mismos. En imposible no embarrarse en el hermoso y cálido terreno de las lágrimas al sentir tanta belleza inspirada por el Quijote. A veces pienso en cómo todos pasamos por la vida distraídos, como si la vida fuese una interminable espera de algo que se supone que deba salvarnos. Pero no es así, la vida es esto, y se está acabando.
A veces anhelo y envidio esos sueños fáciles, los más tiranos, los que se forman un ideal bastante imponente que le quiere decir a todos cómo vivir y qué hacer para que la vida del que lo sueña y de toda la humanidad sean dichosas. Como el ideal de los padres sobre un hijo, que es el origen del ideal de un Dios sobre los hombres. No podría jamás conformarme con eso porque no he sido feliz, no elegí ese camino de la obediencia agradecida, elegí el de vivir, y he sentido desde las alegrías más profundas hasta las tristezas más bellas y demoledoras. Pero sigo aquí, y cualquiera de estos días podría morirme y sería justo, porque he vivido, y no me dio miedo vivir y sufrir la vida, porque en este mundo egoísta siempre nos venden el gozo a cambio de sangre; empero, afortunadamente, aún no hay quien le ponga precio al cielo estrellado.
  A veces me pregunto si debería tener algo que crear, y cosechar, y ver crecer y sentirme lleno de orgullo. Entoces veo a los padres que piensan que le dan vida a los hijos y estos se las deben, pero no es así, el hijo nace a través de ellos, no por ellos, la mayor prueba que evidencia este equívoco es que el hijo nace con conciencia propia. Y esto deja todo argumento de "me debes la vida, soy tu padre/madre" convertido en un error, es error, y eso es irrefutable.
Pero, ¿no es acaso mi literatura, mi crecimiento como escritor, esa creación que he cosechado? Probablemente sí, pero no debo sentirme orgulloso, esa habilidad la he adquirido por acumulación, y la acumulación tanto de información como de cualquier ámbito, no es vida; de lo único que puedo sentirme orgulloso es de lo más primitivo de mí, de ese pulso que me llama a la vida, que me hace escribir esto, que justifica todo lo que he leído y todo el universo literario que me cabe en la cabeza. Los indígenas, mis ancestros, pensaban que el alma era pequeñita, lo más pequeño de todo el ser humano, y a veces se caía de uno, y se quedaba por ahí asustada y llorando, y uno debía buscarla con delicadeza y tomarla suavemente con un algodón. Una vez en el cuerpo de nuevo, uno no iba a morir. Sin duda alguna, el alma humana es la esperanza, y hoy he decidido no morirme.

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