martes, 6 de octubre de 2015

Últimos tres poemas para Celia

Esto de esperar a leer a todos los autores del mundo para poder hacer mis obras de arte me está dando asco. He estado hundido en una tristeza profunda porque mi vida ha ido de fracaso en fracaso. Es hora de sentarme a escribir esto, si bien siempre se ha pensado que escribir en primera persona y sobre temas biográficos es de escritores menores, pienso que en ese caso ir a imitar y leer los consejos de escritores consagrados que todos los escritores jóvenes leeran, la mitad seguira y a absolutamente ninguno les funcionara, es de escritores minúsculos. Tampoco se emocionen, seudoescritores, creyendo que porque me separo del camino supuestamente correcto ustedes serán de los míos, porque podemos ambos rechazar las formas, pero ustedes las rechazan porque no les gusta el esfuerzo, yo las rechazo porque puedo pero no quiero, no me da la gana escribir de otra manera.

Celia realmente no me importó nunca, ella me exigía admiración y realmente si no fuese porque quería tener sexo con ella no me habría importado en lo más mínimo y estas palabras tampoco existirían. Todo amor nace del dolor y todo dolor nace del deseo sexual, por lo menos cuando se trata de amores.
Un día me sorprendió, pues ya me había rechazado antes los tanteos sexuales aproximadamente unas tres veces, debo aclarar que no fueron veces seguidas, no soy un tipo pesado, sencillamente hay días que ando como en celo, ¿nunca te ha pasado que te levantas una mañana sintiendo que tu pene es la cosa más hermosa del mundo y que todos deberían acariciarlo, besarlo y mimarlo? En esos días no tengo orgullo, no creo que exista alguna de mis relaciones humanas que no haya nacido de una temporada de celo.
Estaba sorprendido, sentirme dentro de las caderas de Celia, mirar esos preciosos huesos que sobresalían a sus costados un poco más abajo de su ombligo, no había una sola vez que mi pene entrara en ella en la que no sintiera, que era demasiado bueno, para alguien tan rebelde e irrespetuoso como yo lo mereciera, penetrar en la ardiente humedad de esa mujer. Quizá Celia ha sido la mujer más hermosa que me ha deseado,  es como si una mujer con la que te estás masturbando viendo una revista (no de las porno, sino de las revistas que realmente muestran mujeres hermosas, tanto que no se arriesgarían a mostrarle al mundo cómo follan porque perderían el poder de lo desconocido, el origen de todos los dioses es el misterio de su lejanía) y que la tipa se salga para follar contigo.
Hubo cosas que sólo toleré porque andaba en celo, pero que ahora puedo cagarme de rabia en ellas, como que intentara dominarme y usarme y controlarme, detesto cuando una mujer hace esto, estas mujeres tienen tatuadas en la frente la etiqueta de niña rica que no conoce ni jamás conocerá el amor porque para amar realmente a alguien uno debe olvidarse de sí mismo, y son demasiado narcisas como para ver en la vida algo que no sea un capricho, son como perros que se aburren del hueso, y no hay peor sentimiento para mí que me traten como un hueso, que no tengan deseos de leer conmigo, de hablar de libros, de conocer mi visión de la vida. Sé que puedo sonar vanidoso, siempre sueno vanidoso en los oídos de quienes no comprenden la delicia de ahondar en las profundidades de las cosas pequeñas de la vida.
Detesto cuando las mujeres se van de mi vida asustadas a regresar arrepentidas a la religión, me pasó con Linda y con Sucellyn, las religiones monoteístas se diferencian de todas las otras, en que las otras aceptan que Dios puede ser hombre o mujer, pero en las monoteístas quiere decir que sólo hay un Dios y es para los hombres. Me duele saber que alcanzo a ser excesivamente irrespetuoso al decir esto, pero me dolería aún más no decirlo, una amiga árabe de Egipto dice que le encanta que en su religión la mujer sea tratada como una princesa, es cierto, pero también es cierto que cuando un hombre renuncia a su integridad humana a cambio de comodidades, lo llamamos corrupto o esclavo, pero cuando es una mujer la que lo hace, la llamamos princesa.
Celia no sabe nada de mí y siempre dice que soy un pedante y que le doy asco, ¿por qué? Quizá por la misma razón por la que a las religiones africanas se le llaman brujerías, superstición, e ignorancia dentro del mundo cristiano. Celia no sabe nada de mí, sólo sabe que follo como Dios y que no me dejo someter por nadie aunque sea la mujer más hermosa que me haya hecho caso. A veces la vida es así, una completa estafa, una absurda mentira, y lo único de ella que vale la pena es que te quede por lo menos la opción de irte al diablo por defender lo que sientes que es correcto, por oponerte a la mentira, a la estupidez de tu tiempo, aunque eso signifique un puesto seguro en la senda del fracaso, porque el éxito no se ha pensado para los que aman y los que intentan (como pueden) ser justos, el éxito se inventó para los que obedecen: los dioses del dinero les dejan la oportunidad de tener esclavos, pero no la oportunidad de ser libres.

Sí, lo sé, todo esto es ridículo, pero si un día de estos me quedó sin sueños, me gustaría por lo menos que quedara escrito el último de ellos.

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