lunes, 19 de octubre de 2015

El día en que ya no te aman.

Es duro, sabes, debo estar llorando, pero estoy demasiado concentrado en esto como para darme cuenta. Miro la sala y veo un montón de mierda mal puesta, rastros por doquier de las cosas que iban a hacer de este un gran día, pero ni terminé ni tampoco tengo ganas de volver a poner todo en su lugar. No quiero llorar, no me gusta llorar aunque lo hago a diario y con mucha facilidad. Yo soy un duro, saben, desde que me fui de Venezuela me quedé sin esperanzas y así aprendí a inventarme mis propios sueños puesto que a mi alrededor ya no florecían. Sé que ser poeta te da la licencia para ser maricón, pero los derechos que uno se abstiene de ejercer dicen más de nosotros que los que realmente ejercemos.

Todo iba bien entre nosotros, bueno, realmente nunca nos fue bien; pero sabíamos dejarnos llevar por la pasión lo suficiente como para ignorar que eramos dos almas totalmente diferentes

Cuando lo nuestro terminó, fui fuerte, más de lo que jamás fui. Tal vez por mis lecturas de Krishnamurti, Nietzsche y luego S de Beauvoir. Pero no leía nada de eso cuando se acabó lo nuestro, todo el dolor lo soporte con poesía. Me leía poemas por las noches hasta desfallecer, los poemas se hicieron para que no sintiéramos que somos los únicos con existencias miserables.

No sé por qué ahora me da por ser más frágil que antes, debe ser porque en este momento nos encontramos tan lejos que ni suplicándonos amor y jurándonos lo eterno podría darse algo entre nosotros como lo que fue y no volverá a ser. Me queda el alivio de saber que todo fue su culpa, pero igual me duele. Creo que el desamor duele más cuando no fue tu culpa, porque no hay mayor tragedia que sentir que eres miserable sin merecerlo.

Creo que he vuelto a ser el mismo, lo cuál no es nada agradable, teniendo en cuenta que mi estado natural es sentirme desdichado. Cuando estuve con ella no leía nada, leía poquísimo porque mi tiempo era todo para ella (y para las otras 13 amantes que tuve por aquel tiempo). Es hermoso volver a sentir que tienes patria, en especial cuando sabes que es una ilusión pasajera, y que lo que llamamos patria es la nostalgia de los primeros amores, de los que no sabías que eran amores hasta que no terminaron.

Es cierto, los poetas no mienten: siempre es duro volver a sentirse desdichado. Saber que tienes todo el tiempo del mundo pero que no la tienes a ella. Tu conciencia es noble, buena amiga, en tu soledad se vuelve tan amable que parece ridícula; te dice cosas que son obvias: "si te hubieses quedado con ella, te habrías aburrido, uno se aburre de todos los que no se van, el amor no es un estar sino un regreso", sí, es poético y es cierto, pero no sirve de nada.

No sé si ella se fue cuando empezó a darse cuenta que esto era amor y no había marcha atrás. Era una cobarde, eso es innegable, pero qué puede hacer uno cuando el corazón decide amar a quien lo necesita y no a quien lo merece. Todo iba de esa forma, con ganas de que fuese mejor, unas ganas que se parecían mucho a la fe; bueno, tú me entiendes, algo bien estúpido. Creo que me puso en los límites del amor irracional, eso era lo más hermoso. Pero llegó un punto en el que no pude soportarlo, una cosa es perdonar a alguien mientras está entre tus brazos y otra muy diferente es perdonarle cuando está en unos brazos que no son los tuyos, y que de seguro no la aman tanto.

Pero qué vas a hacer, hermano, ella se fue, tú sabías desde que te fuiste que le iba a doler ¿Cómo no dolerle si le habías dado todo lo que habías sentido? Sus amores perdieron balance cuando te fuiste, porque tú eras el dios del amor y ellos, un par de ángeles del entretenimiento. Y de qué sirve entretenerse cuando uno no puede sentirse amado.

No sé si deberías llamarla, seguramente no, ¿para qué? Si hubieses podido amarla jamás te hubieses marchado.

El otro día su amante número dos, la que te estaba quitando el puesto de Dios, se apareció en tu casa. Y te estaba poniendo las mismas quejas que te malograron el sentimiento cuando estabas con ella. Pobre, la pobre (las dos, en realidad) es tan estúpida a comparación contigo... bueno, che, ¿qué esperabas? Uno se mete en ese tipo de relaciones para descansar de la genialidad, si buscabas lucidez mejor era quedarte con los libros.

No sé si de verdad la ames, creo que no. Sencillamente quieres llorar, y buscas cualquier excusa fácil para justificar el dolor que te conecta con el amor del mundo. Porque nadie que llora está nunca solo, lloramos para habitarnos de pasado y de futuro.

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