martes, 12 de febrero de 2019

En la espera de ese algún día

¿Y si un día nos volvemos a encontrar?
Me lo he imaginado tantas veces.
Primero llega mi lógica
que se fundamenta en mis experiencias del pasado,
y me dice:
que seguro te veré
y pensaré
oh, vaya, ¿era realmente esto lo que extrañaba?
recordaba las cosas mucho mejor.

Y es que, ya sabes, la verdad nunca se parece al sentimiento.

Pero no te creas
a veces
-en especial si hace frío-
te imagino llegar
y te miro con odio
o pretendiendo que no te recuerdo
que no te reconozco
y en esa venganza
soy feliz un poco.

Otra veces llevo mi dolor más lejos,
y disfruto de imaginar que me ves y yo no te veo,
y estoy con una mujer más bella que tú
que está loca por mí
como alguna vez estuviste
como me gustaría que estuvieras  ahora
y cuánta dicha me causa
escuchar cómo se te rompe el corazón.

Pero ya cuando me canso de ser malo,
sólo y desnudo,
ante la implacable verdad me hallo.
Y es que te extraño
y pienso en cómo sería
darte un beso
sin que tanto rencor hubiese sucedido.

Ah, pero lo malo de ese día
son los días que pasan mientras llega.

Qué puede desgastar más los sueños que el tiempo,
ese implacable asesino
que me hace verte
que me hace vernos
en cada anciano
en cada viejo y cada vieja
porque la personalidad es una cosa de jóvenes
luego de cierta edad todos no somos más que viejos.

Y qué difícil aceptar que hemos estado gozando y sufriendo por algo que no existe,
por algo que nunca será
por algo que nunca fue
y es que a veces ese es el precio de la libertad
descubrir que la felicidad como la conocías no es cierto
y que no es a ti a quien busco
cuando lloro.

Pero qué más,
de ti sólo me queda tu nombre
y un dibujo en el agua de tu rostro,
y todo lo demás es ausencia,
ausencia que lleno con dolor y con nostalgia.
Con temor de querer de nuevo,
con temor de no dejar de amarte nunca.

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