domingo, 3 de febrero de 2019

Franyelis Mendible

Ha pasado tanto tiempo
hace una semana te vi por instagram,
se ven enormes tus tetas.

Me pregunto si seguiras siendo
la misma cabeza hueca y buena para nada
que alguna vez amé
y me rompió el corazón.

"Boleta, por qué te gusta de ella, si es una negra fea"
casi todos preguntaban.
Pero no sabían
que es difícil no tener amigos
estar rodeados de muchachas bonitas
y que nadie te hiciera caso
y no saber tampoco cómo hablarles
aunque si les hablases
no se interesarían en ti
por ser muy joven
o muy gordo.

Llegaba cada noche a mi casa
me masturbaba pensando a veces en Krismaldi y sus faldas cortas con sus piernas llenas de celulitis,
o en Diorelis la enana de patas chuecas y sus enormes tetas,
o en cualquier otra
o mejor con todas a la vez.

Ah, pero tú empezaste a hablarme,
y de tus labios nació la palabra que me dejó de hacer inexistente.

Yo de pocas palabras, tú de pocos silencios.
Supe tu vida entera, aunque casi ni podía recordar lo que decías, porque la ansiedad y los nervios, hacían que tus palabras se borraran.

Trece años, eso era todo lo que tenía.
Tus senos no eran tan enormes,
o tal vez sí, pero eso no importaba: era amor lo que sentía.

Nunca supe cómo hacer amigos, y por no ser popular, nadie me quería.
Hasta que te apiadaste de mí, y nos pusieron juntos en un grupo.
Estaba el gordo e impertinente Falcón, con su cara de búho y su sola ceja y el apestoso sudaba como si fuera una bolsa llena de grasientas empanadas. Estaba tal vez Marines Mercado, inocente y puta, y no recuerdo si Mariza, la malandra puta, a la que una vez le metieron un tiro, por accidente, por estar en el momento inadecuado a la hora incorrecta, pero que proclamaba con orgullo como si eso la hiciera una gangster sin igual.

Tal vez no estaba ninguno de ellos,
mi memoria parece una mujer: no conoce lo que es ser fiel.
Pero lo que si recuerdo es haberte escrito esa nota, en donde te respondía esa pregunta tuya que me hacía arder las mejillas:

"Quién te gusta, Victor?"

y me armé de cobardía para decirte en una nota, que eras tú.

Te reíste de mí, fue penoso. Y yo que te quería dedicar una canción de Wisin y Yandel.

"En serio, bobo, quién te gusta"

Preguntaste de nuevo, y volví a decir que tú, con una sonrisa patética y absurda, de quien a muerto, de quien lo ha perdido todo.

Luego le contaste a todo el mundo, se corrió la voz. Me sentí humillado, cambiaste conmigo, te creías más que yo, y nunca volvimos a ser amigos.

Luego nos cambiaron de salón, y me contabas que te gustaba mucho un muchacho llamado Heiker. Enano y espantoso, pero que todas las muchachas perseguían porque era odioso, grosero y arrogante. Te había roto el corazón que no tenías, no te hacía caso por fea y por tener los pelos horribles como la muñeca negra del cuentito de José Martí.

Y yo me sentí feliz, de que alguien te hubiese hecho sufrir como tú me hiciste sufrir a mí. Siempre me había caído mal Heiker, pero desde ese día lo empecé a querer.

Y es así, negrita, creo que fuiste la primera en romperme el corazón porque fuista la primera en darme esperanzas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario