domingo, 11 de enero de 2015

Parte final Flor de Fuego

Flor De Fuego, Maracay.

Lo conocí cuando era niño, sus primas lo llevaron a nuestra fiesta de graduación. Yo estudiaba con su prima y la Malandra, no podía creer cómo ese niño tan sano estaba con esa perra. Esa mujer ya había tenido maridos y él, creo que ni la paja se hacía. Fue una zángana, una interesada. Nosotros somos de barrios pobres y que él estuviese allí era una incomodidad para los otros chicos: los hombres tienen una tendencia a sentirse inferiores ante los detalles más insignificantes. El permanecía callado y los otros lo veían como si el les debiera plata, pero el seguía perdido en su mirada de retrasado. Muchos detestan esa mirada, porque se les hace incomprensible saber a dónde se va, y creen que sólo piensa en tonterías. En realidad si pensaba en tonterías, pero él solía tener esa habilidad de demostrar que precisamente las tonterías más infértiles te podían llevar a paraísos soñados. Una vez me dijo: tuve un sueño en donde, debido a una epidemia, todos amanecíamos ancianos y lamentándonos todo ese tiempo productivo que pudimos haber desperdiciado.

Me di cuenta que tenía la misma cara de tonto que un cantante llamado De La Ghetto, lo dije y todos coincidimos. Ahora había pasado de ser un burgués comemierda a ser el doble de un regetonero, así que todos lo aceptaron.

  Luego de ese día empecé a escribirle haciéndome pasar por una prima mía de egipto que no existe y, fue super dulce conmigo, más tarde le dije la verdad y no se enojó, pero desde entonces tuvo una fascinación por las mujeres árabes que supe lo metería en problemas.

Fuimos mejores amigos. Una vez, regresando de una de nuestras frecuentes salidas a visitar a antiguos amigos (sin avisar), amigos que podrían no vivir más allí: compartíamos esa pasión melancólica por el pasado que nos llenaba de alegría. No nos interesaba el resultado de nuestra busqueda, solamente ir hacía un imposible. Tiempo después acabamos con este hábito, a medida que buscábamos, nos hacíamos mejores en el arte de las pesquisas, y descubrimos la aterradora verdad: la infancia es una patria hermosa, pero una patria exclusiva del exilio. Encontrar a esos panas del pasado era como desenterrar el cadáver de un ser amado. Y nuestros bellos recuerdos: las sonrisas, los gestos, los momentos; que nos llenaba de alegría recordar y de pasión buscar, terminaron siendo una realidad corrompida y absurda.

Pero bueno, íbamos de regreso en uno de esos viajes...

Estabamos en un bus, él siempre cedía su puesto para que alguna mujer se sentara (incluso las feas) y eso me parecía muy lindo, ya casi ningún hombre hace éso. Creo que fue de mis conocidos, el único que lo hacía. Por lo general los tipos te dicen si hay caballeros lo que no hay es asientos. Íbamos juntos (de pie), yo no me había echado desodorante porque no tenía, y se lo dije. Él empezó a reír muy fuerte y se le calleron unas cosas del morral.

¡Había un preservativo!

Lo recogió y dijo en voz alta: ¡Ay amor, mira: qué íbamos a hacer si se me perdía!

Yo soy muy payasa y no le paro a lo que piense la gente; pero ese día, me sentí tímida, ruborizada, como una niña.

¿Por qué recordé ésto? Umm.

¡Ah ya, por el libro!

Bueno, les contaré lo que ustedes quieren saber: sexo. Tanto que lo critican y tanto que les encanta.

Un día hice el amor con mi novio y otra chica. Fue una experiencia agradable, la idea fue mía. Como le cuento todo a Ramiro (risas), se lo dije. Ese hombre estaba contento como si hubiese descubierto algo asombroso, yo no entiendo lo asombroso: gente follando, la historia de la evolución.

Me citó en su casa y me dio la noche más romántica de mi vida. Yo amo a mi novio pero con los años, ustedes sabrán, amarse es morir lentamente o de una vez; y como somos cobardes, elegimos lentamente. Así que lo hicimos, al principio tuve miedo porque somos amigos.

-La cagué, se acabó la amistad, pensé.

Pero nada que ver, Ramiro vive de una forma que es difícil comprender si jamás te deja de querer o si nunca te quiso realmente.

Disculpen si hablo en presente, es que lo siento como si aún estuviese aquí, escribiendo estás líneas, la muerte es tan irreal.

-Mejor sigo o sino me pondré a llorar-

Al siguiente día citó a la Chama, y yo estaba aterrada. Ya he sido amante uff, muchas veces, pero esa vez fue diferente porque eran personas importantes. Y él me presentó como su prima, dije el nombre de una de sus primas que conozco. Se me da bien el disimular, cuando un amigo mío dice un embuste, la agarro en el aire y sigo el juego. Luego les digo a solas: ¡Eres un maldito perro!

La Chama no sabía nada de su familia en todos esos años, porque casi toda la familia de él vive lejos del pueblo de las Panelas y a ella le da miedo que los papás la descubran con él ¡Qué mentepolla! Pero bueno... uno tiene que entender, yo también pasé por eso y es fuerte esa situación. Yo le decía a Ramiro lo que considero debía decir: entiende, es mujer, ámala, ten paciencia, algún día estarán juntos. No porque lo pensara, todo lo contrarío, yo creía que debía mandarla pa'l coño y buscarse otra. Pero con los amigos uno debe ponerse en contra de ellos, para que reafirmen su posición y hagan lo que deben hacer.

Ese infeliz dejó su puerta entre abierta, y me asomé en la noche cuando terminé de cepillarme los dientes. La tenía amarrada en una silla: gimiendo, con los ojos vendados y las manos y pies amarradas. Me hizo señas para que entrara en silencio. Me iba a ir, pero la carne es débil. Lo único que les puedo decir es que eso fue demasiada tentación como para decirle que no, los detalles me los ahorro porque a ustedes no les interesan.

¿Si les interesan? Bueno, les cuento.

  Entré y la besé, ella no sabía que era yo. Si me escuchaba lo iba a echar a perder. Debí salirme de puntillas porque ella quería quitarse las vendas, pero quedé con unas ganas tremendas.

A la hora, salieron y jugamos un juego que Ramiro inventó, se trata de que todos lanzan un dado, quien arroje el número menor debe beber un trago fondo blanco de ron o lo que allá; y además, quitarse la ropa, o, responder una pregunta hot hot.

Como es obvio terminamos haciendo el amor porque ya yo venía con ganas: sabía que es rico hacer el trío porque lo hice con mi novio, sabía que Ramiro es un maldito Dios en la cama, y además, había probado a la Chama y quedado con ganas.

Luego de hacerlo, estuvimos los tres acostados en una cama muy pequeña, fue lindo, por esa noche me sentí dentro de una relación de amor genuina, sin conceptos, sin razones, amor y nada más. Siempre sentí que la Chama no se daba cuenta de lo hermoso que era tener un novio tan maldito como Ramiro, creo que todas sus amantes lo sabían menos la Chama y sólo por eso eran inseparables, porque ignoraba qué clase de hermoso monstruo estaba junto a ella. Pensaba que él era normal, y a pesar de que ésto le impidiera ver sus maravillas, también le impedía ver sus aterradores abismos. Y una mujer tan cobarde como ella no tendría el valor de asomarse, o tal vez, era esa misma cobardía lo que le impedía ver qué estaba justo frente a sus ojos. Como tantas cosas que ignoramos por miedo a saberlas.

La siguiente semana volví, en el fondo yo sabía que volver era una locura, mientras más lo hicieramos era más probable que terminara la amistad, pero la carne es débil (risas de puta sin vergüenza). Al igual que la vez pasada, me dio una noche de sueños y pasión; pero la sorpresa llegó al otro día: no era la Chama quien llegó sino otra. Era una estudiante de enfermería que conoció en una iglesia a la que fue con un amigo que tiene padres evangélicos. La mujer era mucho más bella que la Chama y que yo, era como quien dice una caballota. Y me presentó como: la Chama, y ésto me dejó sin palabras. Se repitió el acto pero cambiaron los personajes y, a la hora del trío, yo era la Chama. Fue como vivir el mismo sueño desde dos perspectivas diferentes. En la misma cama pequeña pero, ahora del lado que le correspondía a la Chama: el izquierdo, donde está su corazón.

La siguiente semana fui de nuevo, pero esta vez no hicimos el amor. No sé si fue porque no quería perder la amistad después de semejantes experiencias, o, por curiosidad de descubrir lo que hallaría luego:

Trajo a la Caballota y a Andreina (otra estudiante de enfermería del mismo colgio, pero no se conocían). Esta vez Andreina fue la que los vio, luego de los tragos presentó a la Caballota como la Chama, y ella sintió lo mismo que yo. Me encontré viviendo el mismo sueño, desde una tercera perspectiva. Pasó lo que pasó.

Luego de esta última vez, quedó en mi una sensación rara. Como cuando sientes un placer pero a la vez una ardiente obsesión por explicarlo.

No estoy muy segura si Ramiro es un sádico, un Marqués de Sade, o si quería renovar mi manera de ver el sexo y la vida, o si sólo es un farsante y me llevó para que cuente esta historia póstuma... que contribuirá mucho a su leyenda.

  Pero lo cierto es que la pasé muy bien.

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