viernes, 23 de enero de 2015

Segunda parte Marwan

Marwan, España.

Era un tío extraordinario precisamente porque era normal. Hicimos recitales de poesía juntos, era un show, decía que ser revolucionario no tiene mucho sentido si haces lo que todos los revolucionarios hacen. En sus recitales contaba anécdotas, era un Stand up comedy de poesía por así decirlo. De pronto se fue, en el fondo él sabía que un escritor debe ser famoso por lo que escribe y nada más, porque si primero se hace famoso haciendo otra cosa, sus libros están condenados al segundo plano, a ser pasatiempos, y para él la literatura lo era todo.

He compartido escenarios con otros chavales, casi siempre soy el mayor y entiendo que los jóvenes sean estúpidos y creídos, yo lo fui. Pero Ramiro precisamente sabía sus defectos, es como si tuviese un crítico dentro que le impedía escribir sin ver lo ridículo que es el oficio de escribir, y en eso consiste su literatura, en reírse de sí mismo, con un humor muy serio, muy genuino, todo lo que decía daba risa porque era verdas y te hacía ver dentro de tu alma mientras veía dentro de la suya.

Lo conocí por una chica muy guapa, en Murcia. Ella no quería saludarme pero él la arrastró y dijo frente a todos como si fuese un saludo:

"¡He Marwan, ella y yo queremos hacer un trío contigo!"

Los miré incrédulo, y prosiguió: tranquilo tío,  un trío heterosexual, a ella le gusta mucho por el culo y su fantasía es hacerlo en la cocina contigo y conmigo.

¿Luego de semejante encuentro, como no creer que era el poeta más fascinante del mundo?

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