sábado, 24 de enero de 2015

Prólogo de Vargas Llosa.

Éste joven chico usó el pudor de una forma inversa, es decir, como un espejo hacía atrás. Nos muestra la intimidad de una vida para despertar cierto morbo, pero a medida de que vamos leyendo descubrimos que no hay tal vida sino una serie de juegos, de aventuras literarias, y tal vez, un homenaje a todos sus escritores. Ya que se dedica deliberadamente a plagiarlos y a admitir con un falso cinismo que lo hace, para demostrar que ser genuino es lo más falso que hay, es decir, ser un gran falsificador. Tampoco hay que agrandar su figura, hay  una alta probabilidad de que si no mueriese no pudiese apreciarse, pero el libro está escrito de una manera que nos perturba, que nos hace creer que su vida fue su literatura y se suicidó para poder llevarla a la realidad.

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