domingo, 11 de enero de 2015

Segunda parte, Darling.

Darling Flores, Paris.

Es alguien genial. No fue, es. La gente como él no se va sólo porque hayan muerto.

Estuvimos viviendo juntos un tiempo, nos conocimos en un museo de obra surrealista. Teníamos en común la pasión por la pintura y por la historia del arte. A mí en especial me gustan las historias de la mitologia nórdica, hadas, elfos, etc. Nos gustaba ver pinturas a pesar de que él tenía problemas con los colores, igual que con las ciudades, era una suerte de dislexia. Confundía Nicaragua con Honduras, y el naranja con el verde. Sabía demasiado de historia y eso me molestaba. Me molestaba porque me gustaba molestarlo y contradecirlo. Casi siempre peleabamos porque le decía que yo quería hacer artista y millonaria, tener mansiones, yates y lujos. El siempre decía que el despilfarro estaba mal y yo le decía que no hay que ser mediocres. Si quisiera ser mediocre me quedo en Venezuela.

A él le gustaba hacer el amor todo el tiempo, yo me sentía mal, sentía que me quería sólo por mi físico. Nos gustaba leer los mismos libros. El se leía tres o cuatro y yo seguía en el primero. Me gusta tomarme mi tiempo. Cuando no estaba conmigo estaba con Elizabeth, su amante chilena. Una Pintora que hacía teatro y estaba loca. Se suicidó. A él le gustaba jugar con ella en París a que eran la Maga y Horacio Oliveira. Eran un par de vagos. Te digo que ella estaba loca, le gustaba meterse a piscinas en invierno, siempre estaba sufriendo. Me consta que hicieron el amor una sola vez y fue antes de conocerme. Ella quería saber que se sentía. Ramiro era bueno en la cama, un dios, para que negarlo. Pero eso todo el tiempo cansa. Cuando se fue me dejó una nota que decía "Dices que amo sólo tu cuerpo, es cierto, pero en tu cuerpo estabas tu también", es un pelmazo.

Cuando estabamos juntos nunca me escribía nada interesante, sólo cuando me estaba enamorando o después de hacer el amor. A Elizabeth si le escribías cosas, cosas raras que yo no entiendía ni me importaba mucho entender.

Una vez se molestó porque le dije que tenía el pene pequeño como los dioses de las estatuas griegas. Casi siempre estaba deprimido, creo que es el clima de París. Me quiso como si fuese un niño. Creo que no me amaba sino que me necesitaba. Cuando lo conocí yo era novia de un Venezolano bueno para nada. Luego él me enseñó esa pasión loca, una vez hasta me hizo hacer una orgia, fue bien, pero eso es de enfermos sexuales. Luego lo dejé por un francés, no es emocionante pero es más normal y me siento más cómoda.

Cuando estaba conmigo solía hacerle bailes, a el le gustaba mucho verme bailar. Amaba mi cuerpo. Debo confesar que otros me han deseado pero el amaba mi cuerpo, lo echo de menos a veces. Pero menos mal que se fue.

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