Le supliqué a la Frentona para reconciliarnos. Dijo que sí y fui a verla. Estaba en el portón de su casa, el mismo lugar donde cruzamos las primeras palabras. Su cuerpo estaba adentro y asomaba para mí sólo la mitad de él. Mis manos y las suyas estaban entrelazadas y le di mi primer beso. Fue hermoso, las lenguas se movían de un lado a otro. Sentía su olor, su aroma, su saliva y en todas esas cosas también estaban los sueños, el amor, cada detalle, cada emoción que había sentido desde el día en que la conocí. Tuve una erección como nunca antes y cuando nos despegamos de ese beso ya habían pasado cuatro horas y seguíamos de pie, como despertando. Su primo me amenazó con que si no le compraba un hot dog en donde el chico rasta me iba a delatar con su padre y decirle que soy pareja de su prima. Iba a comprárselo pero ella me pidió que no lo huciese.
Cuando fui a casa me dolían las bolas, sentía que podían estallaren cualquier instante. Me metí en el baño a pajearme y luego de correrme el dolor sanó como de milagro.
El primito me delató y hace dos semanas que no veo a la Frentona porque la enviaron de regreso a su pueblo. No me importa, la quiero y venceremos toda prueba. Mañana debo irme de viaje: conoceré España. Duraré un mes allá, he pensado una idea para perder mi timidez. Como estaré lejos, planeo hacer lo siguiente: ver a los ojos a cada chica que conozca, mirarla de forma sensual, como si me la quisiera comer. Estaré lejos, lo único que tengo que perder es la timidez. Además, la Frentona estaba hablando con su Ex aquel día y Piernas Bellas me contó que me había engañado.
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